Bomberos junto las instalaciones incendiadas de la residencia de Moncada. Consorcio Provincial de Bomberos
La Comunitat Valenciana enmudeció el martes de la semana pasada. Un incendio en una residencia de mayores de Moncada se cobraba la vida de nueve personas -algunas perecieron días después de siniestro- y dejaba heridas con distinto pronóstico a otras cinco. Una tragedia que podría haber alcanzado una mayor dimensión de no haber sido por el rápido despliegue de personal de emergencias -hasta ochenta efectivos- que durante horas luchó sin descanso por salvar el mayor número de vidas posible.
Eran poco más de las 23 horas cuando saltaban todas las alarmas. Se había declarado un incendio en una residencia de personas de edad avanzada. José Miguel Basset, inspector jefe del Consorcio Provincial de Bomberos, estaba en su domicilio cuando recibió el aviso del personal de guardia. No lo pensó. Sabía que estaban ante un siniestro de especial magnitud. “Ya cuando vas camino de algo de esta envergadura y oyes a tus compañeros te embarga una sensación que hace que tu cabeza funcione al 200 por ciento”, relata este profesional, quien asumió el mando de una operación que debía responder con rapidez, en unas circunstancias en las que “tomas decisiones casi de una manera intuitiva” y en la que lo que te encuentras con “personas en una situación límite pidiendo a gritos auxilio, personas mayores con una capacidad de reacción muy escasa, muchos nervios y mucha tensión”.
La dotación del parque de bomberos de Moncada fue la primera en llegar a la zona del incendio. “Cuando se ponen delante de la residencia ven a mucha gente pidiendo auxilio mientras las llamas salían de una de las habitaciones del primer piso”, cuenta el inspector jefe. La primera intención de los efectivos fue subir y extinguir el fuego, “pero una vez se abre el sector del incendio es cuando vemos que el fuego se ha abierto paso por la planta, se baja una capa de humo que ya llega por debajo de la cintura y es cuando se dan cuenta que hay ancianos atrapados en sus habitaciones, acostados en sus camas sin poder moverse y con el humo cerca de alcanzarles”, indica Basset.
Se cambian rápidamente las prioridades: “te haces el planteamiento de un ataque y lo tienes que modificar porque la realidad supera lo que habías imaginado”, señala el jefe de bomberos, quien remarca la importancia de no perder un segundo, de actuar con rapidez.
De hecho, la idea inicial era que la primera dotación atacar el incendio desde el interior mientras la segunda hacía lo propio por la parte exterior del ala donde se produjo el fuego. La prioridad se modificó. Había que sacar primero a las personas que estaban atrapadas en las habitaciones del ala afectada, mientras efectivos de otros cuerpos iban rescantando a las personas que permanecían en la planta superior.
Los bomberos, equipados con los correspondientes equipos, eran los que accedían al interior de la planta del incendio, donde estaban los residentes con más grado de dependencia, para ir sacando -a algunos en sus camas- a los ancianos para que luego, en lo que fue un trabajo en cadena, efectivos de otros cuerpos los trasladaran a zonas seguras en una fase previa al triaje realizado por el personal sanitario desplazado al lugar del siniestro.
Cuando se pudo acceder a la habitación en la que se originó el fuego por una anomalía eléctrica en una regleta ya no se pudo hacer nada por salvar la vida de sus moradores.
Protección Civil
Junto a los bomberos estuvieron también efectivos de Protección Civil. Martín Pérez, coordinador de Protección Civil de Moncada y concejal de Seguridad Ciudadana, asegura que tardará en olvidar lo vivido en esas horas fatídicas. “En situaciones tan extremas como las que se vivieron en el rescate de la residencia desconectas la mente y solo piensas en salvar vidas”, remarca.
El coordinador de Protección Civil de Moncada se encontraba también en su domicilio cuando recibió una llamada que se convirtió en la antesala de lo que sería una de las noches más trágicas de la historia de esta localidad. El intendente de la Policía Local, Joaquín Llodrá, le avisaba de un incendio en la residencia, pero en ese primer momento no llegó a imaginar lo que allí iba a encontrar. “Martín necesitamos gente, necesitamos gente...”, fue el grito desesperado de una de las agentes de la Policía Local que ya estaba en el lugar del siniestro tratando de hacer lo posible por sacar a los residentes atrapados en el interior. “Fueron momentos de nervios, de mucha tensión...”, relata Martín Pérez, quien asegura que en ese primer instante era vital “poner algo de orden entre tanto caos”.
Poco a poco fueron llegando los cerca de ochenta efectivos que participaron en el operativo de rescate. Policías locales de Moncada, Alfara del Patriarca, Tavernes Blanques, Rocafort, Burjassot, Godella, Bétera, Paterna y Torrent; guardias civiles de los cuarteles de Moncada, Tavernes Blanques y Massamagrell; Protección Civil de Moncada y Tavernes Blanques; así como los servicios sanitarios. Todos ellos se volcaron para reforzar el trabajo que, desde el primer momento, estaban llevado a cabo los efectivos de bomberos.
Pero organizar todo ese operativo tomando decisiones con rapidez no fue tarea fácil. “Había mucho lío. Al llegar vi a un compañero de Protección Civil que bajaba a una abuelita en brazos. Otros estaban entrando a las bravas en las habitaciones y no podían ni respirar. La directora de la residencia estaba en estado de shock. Una de las auxiliares alertaba de que los residentes estaban encamados y no podían moverse”, cuenta el responsable de Protección Civil. Tras coordinarse con el inspector jefe de Bomberos para organizar la evacuación de la planta afectada por el fuego se decidió que serían los profesionales de este cuerpo los que accederían a la planta. “El humo inundaba cada rincón de la estancia. Era complicado trabajar en estas condiciones. Los bomberos fueron los únicos que accedieron al interior de la planta mientras que todos los demas hicimos una cadena para agilizar la evacuación”, explica el responsable de Moncada. De este modo, “los bomberos accedían a las habitaciones y los iban sacando al pasillo y nosotros los llevábamos al hall con las sillas, hasta que quedaban bajo el cuidado se los servicios sanitarios que, como es habitual en estas ocasiones, también habían organizado el triaje con cartulinas de colores que sirven para conocer el estado de cada una de las personas afectadas”. Tras realizar el recuento y con el fuego completamente extinguido fue cuando se tuvo constancia del fallecimiento de los residentes que ocupaban la habitación donde se originó el fuego. “Ahora todavía está todo muy reciente, pero con el tiempo sé que nos quedaremos con las personas a las que logramos salvar, a pesar de que siempre duele no haber podido sacarlas a todas”.
Guardia Civil
La agente de la Guardia Civil Coromoto Souto también estuvo en primera línea en las labores de evacuación. Desde que se recibió el aviso, Coromoto Souto se trasladó desde Tavernes Blanques a Moncada para colaborar en el rescate junto a otros compañeros del instituto armado como Juan Olivares o Jairo Aldonza. “La única fijación que teníamos todos y cada uno de los agentes que participamos ese día en el operativo era sacar al máximo número de gente lo más rápidamente posible”, asevera Souto. Los agentes recuerdan las dificultades que tuvieron para poder acceder al interior del edificio y llevar a cabo el rescate, ya que el fuego y el humo eran intensos y además, en la planta donde se originó el incendio, la mayor parte de los residentes eran dependientes con escasa o nula movilidad. “Había que sacarlos en brazos, entre varios compañeros, incluso con la propia sábana de la cama y pasarlos a una zona segura”, explica Juan Olivares, agente de Moncada, mientras sus compañeros apuntan que echaron mano de todos los recursos e inventiva que pudieron para poder sacar a los ancianos de allí. Jairo Aldonza, destinado también en Moncada, asegura que la colaboración de los residentes fue “muy buena”, y dice que volvería a hacer lo que hizo la noche del pasado martes “una y mil veces”, pues considera que es su deber.
“Salvamos vidas, y con eso nos tenemos que quedar porque lamentablemente no pudimos salvar a todos”, destaca Olivares, algo en lo que coinciden también Aldonza y Souto, y los tres se muestran satisfechos de la coordinación y el trabajo realizado, a pesar de no haber podido salvar más vidas. No se consideran héroes sino que creen que han hecho su trabajo, y están convencidos de que cualquiera en esa situación habría hecho lo mismo que ellos.
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