La ermita del Garbí. / EPDAEl clímax de José Ramón Mateu siempre fue poner el Garbí en el centro del mundo. A sus ochenta y tantos años, lo ha conseguido. Vaya si lo ha conseguido. El empresario proyecta una cruz de 40 metros de alto para dar servicio a los visitantes en lo alto del monte. Pero la polémica sobre la propiedad de la ermita ha saltado hasta las televisiones nacionales. Y es que, el empresario de Estivella asegura, papel en mano, haber comprado por algo menos de 60.000 euros el terreno donde se ubica el minúsculo santuario. Algo que le dio derecho a improvisar en el mirador un chiringuito.
El histórico hostelero y amante del ciclismo, actualmente también edil de Vox, tiene claros sus planes para la ermita. Los lleva meditando años. En conversaciones con El Periódico de Aquí aseguraba que, de momento, la ermita estará abierta al público bajo el cuidado del nuevo ermitaño, cuya labor es vigilarla de ocho a ocho y servir agua y refrescos a cambio de donativos. La previsión a medio plazo, “construir una cruz de 40 metros de altura visible desde todo el litoral valenciano”. Una al estilo Valle de los Caídos, la que, en palabras de Mateu, “los socialistas se quieren cargar”. Como buen amante del ciclismo, el empresario también promete llevar la Vuelta Ciclista de España al Garbí y construir un museo ciclista.
Mateu asegura que la compra ha seguido todos los cauces legales. “Lo he comprado porque el Ayuntamiento no lo ha querido comprar. Voy a recuperar lo que había antes. La llave ya no la tendrán el alcalde y las cuatro vecinas como si fueran ellas las ‘amas’, como antes. Esa llave es ahora mía y podrá entrar todo el pueblo”, aseguró.
La ermita salta a Les Corts y a los medios nacionales
No obstante, no será todo tan sencillo. El Ayuntamiento insiste en que la parcela 71B figura como propiedad municipal y que el monte es de utilidad pública, por lo que “no puede venderse ni explotarse sin permiso”. El Consistorio reaccionó de inmediato al candado en el mini templo. En un comunicado público avisó que nunca había autorizado ningún uso hostelero en la zona —que forma parte del Parque Natural de la Sierra Calderona— y ha denunciado los hechos a la Guardia Civil, Seprona, parque natural y Conselleria de Medio Ambiente.
El asunto también ha saltado al pleno de Les Corts gracias a al grupo parlamentario de Compromís. Además, la Conselleria de Medio Ambiente corrobora que la ermita está en un monte público y que “da igual que sea del Ayuntamiento o de la Generalitat: no se puede vender ni hacer actividad hostelera. Es surrealista”, resume el digital Valencia Plaza. La administración local ya ha iniciado el trámite legal para recuperar la posesión y desalojar al empresario, según fuentes municipales.
Entre tanto, Mateu dice disponer de un documento antiguo: una escritura de 1948 de una fonda desaparecida, que, según él, le da derecho al terreno. También tiene la escritura actual. Pero los ediles locales y técnicos del Registro consideran esa escritura “muy extraña” y sin aplicación, y mantienen que en todo caso solo acreditaría un inmueble distinto ubicado en otro lugar. Mateu no se amedrenta: sigue ofreciendo al Ayuntamiento venderle esos mismos 450 m² por 100.000 euros —el doble de lo que dice haber pagado—.
El País: "La disputa se ha convertido en la bomba del verano"
El choque de versiones se prodiga en los medios estatales. El País resumía que “la disputa se ha convertido estos días en la ‘comidilla del pueblo’, en la ‘bomba’ del verano”. La polémica también ha entrado en la parrilla de programas nacionales, como Malas Lenguas (TVE), entre otros.
El contexto legal y ambiental agrava el escenario. Desde 2002, la Sierra Calderona es parque natural, y la Ley de Espacios Naturales Protegidos valenciana sólo permite instalaciones compatibles con la conservación. En ese marco, cualquier obra —por pequeña que sea— o negocio que no sea de interés ambiental exige permisos especiales. El propio alcalde recordaba que la normativa del parque prohíbe expresamente actividades hosteleras o nuevas construcciones en esta zona: en 1993 se recuperó la ermita con fondos públicos, precisamente porque es patrimonio protegido.
El Garbí, en Estivella —¿o era Albalat dels Tarongers?—, tiene un enorme valor para la Baronía. De ahí que en la zona no se haya hablado de otra cosa en las últimas semanas. Y lo que queda. La polémica está lejos de cerrarse. Mientras Mateu insiste en acudir a los juzgados, el consistorio mantiene que hasta que se solucione el asunto, el acceso no puede ser privatizado. En breve se activará el proceso administrativo de recuperación, que podría devolver la ermita al pueblo si prospera la reclamación municipal. Por ahora, el pico del Garbí se mantiene envuelto en la nube de esta disputa política y medioambiental –una cruzada que nadie pensaba vivir– hasta que la justicia y la administración digan la última palabra. Y eso se puede dilatar años y años.
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