Un restaurante de la Calle Cádiz.
El Camerino hoy sábado.
La Chingada.
María Mandiles.
El Hotel Atelier en calle Cuba con Denia. Valencia es hoy una ciudad fantasma. Un paseo por la capital del Turia durante el primer fin de semana de cierre perimetral muestra la crudeza de la crisis económica consecuencia de la pandemia de la Covid19 que está a punto de cumplir un año. Comercios históricos que han cerrado y se traspasan, locales que se alquilan y barrios sin la vida de antaño por el cierre de cafeterías, bares y restaurantes. El Periódico de Aquí comienza una serie de radiografías de los barrios de la ciudad, para ver cómo está cambiando su fisonomía y la gravedad del daño que va a dejar la crisis económica.
Comenzamos por Ruzafa, uno de los barrios de moda de la capital, repleto de restaurantes, bares y cafeterías, pubs y discotecas en calles como la Gran Vía, Cuba, Cádiz, Puerto Rico, Mossen Femenia, Tomassos... El barrio ha perdido su chispa y su esencia que eran el tumulto de terrazas llenas, mañana, tarde y noche, con muy pocos restaurantes y cafeterías que siguen abiertos con comida, bebida o un café para llevar. La inmensa mayoría están cerrados y los que están abiertos se quejan de que no pueden aguantar así mucho tiempo. Algunos incluso animan a manifestarse cada día a las 17 horas, quejándose del trato del Ayuntamiento y la Generalitat. En la calle Mossen Femenia, donde está el pub Barberbirborbur y varios restaurantes, sólo Camerino y María Mandiles siguen abiertos. La Chingada, mexicano que hace esquina, está cerrado; el libanés de enfrente también. Ruzafa es un solar. Ni Dulce de Leche, un emblema del barrio siempre lleno hasta la bandera, resiste el tsunami. Sigue abierto, algunas personas se acercan a comprar alguno de sus riquísimos productos, pero poco más.
¿Qué hay abierto en Ruzafa? Un todo a 100 chino y varias tiendas variadas en la calle Cuba (de decoración, marcos, electrodomésticos) y se ve cierto movimiento, pero más allá del Consum de esta calle o el Mercadona de Literato Azorín, o Pollos Planes, o el Mercado de Ruzafa... También resisten la mayoría de las peluquerías, farmacias, hornos y ferreterías. Si no es alimentación, apenas hay vida. Comercios abiertos sin clientes. Los mensajes de las autoridades sanitarias animando al autoconfinamiento y el miedo por el riesgo al contagio, han apagado Ruzafa.
El Hotel Atelier, uno de los más bonitos del barrio, echó hace tiempo el cierre hasta superar la pandemia. Y el Horno de los Borrachos ya se le conoce como el Horno de los Ex Borrachos, porque no hay tiempo, ni ganas, ni locales, para hacer honor al nombre.
Los carteles de 'Se vende', 'Se alquila' o 'Se traspasa' comienzan a verse por un barrio donde en los últimos años costaba encontrar un local para emprender un negocio.
La pregunta es si el maravilloso barrio de Ruzafa recuperará el espíritu joven, dinámico, comercial y bullicioso prepandemia o si los dueños y gerentes de tantos negocios cerrados abandonarán y serán sustituidos por otros. Sólo el tiempo lo dirá.
De momento, las restricciones se han prolongado hasta el 15 de febrero, aunque es previsible que haya otra prórroga más hasta finales de mes.
El Horno de los Ex Borrachos.
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