Uno de los bares cerrados. EPDA
Tienda de muebles cerrada. EPDA
Un bar con una persiana bajada. EPDA
Un parque de ocio cerrado. EPDALos barrios de Valencia se apagan poco a poco. Los distritos del Cap i Casal son víctimas de las restricciones sanitarias para frenar el avance de la tercera ola del coronavirus, que avanza como un tsunami por toda la Comunitat Valenciana, y especialmente por sus grandes capitales.
El barrio de Campanar, en la periferia de la ciudad, combina el uso familiar y empresarial a partes iguales. El encanto del antiguo pueblo y las zonas aledañas, habitualmente lleno de vida infantil y juvenil, contrasta con el mayor clúster empresarial de la ciudad, que crece en las grandes vías de Cortes Valencianas o Maestro Rodrigo. Sin embargo, el alma de Campanar, se ha apagado con las restricciones sanitarias. El cierre de los parques, blindados desde hace meses, ya había reducido el movimiento habitual que se daba en los jardines del distrito, donde es habitual que se encuentren las familias que salen de los centros escolares y guarderías. Sin embargo, el cierre de la hostelería ha reducido al mínimo la presencia de menores jugando en la plaza de Campanar o en las zonas de juegos de Gravador Enguidanos.
También se ha reducido al mínimo la vida juvenil. El cierre de las cervecerías en Valle de la Ballestera o de las heladerías, especialmente famosas a la hora de la merienda, junto al Mercado de Campanar, han dejado una zona fantasma. De hecho, este centro comercial, que ya funcionaba a medio gas, se ha quedado prácticamente sin actividad, tras el cierre del Yelmo Cines y de los espacios dedicados a la hostelería. El Decathlon, que cierra a las 18.00 horas, es uno de los pocos espacios que continúan funcionando.
No lejos de allí se encuentra Nuevo Centro. Todas las grandes cadenas de comidas han bajado la persiana, salvo aquellos que todavía sirven a domicilio, por lo que todo lo que rodea a la pirámide del Sfera, antigua pirámide musical, está completamente vacío. También dentro del centro comercial, algunos locales han tenido que bajar la persiana, por la bajada de clientes en esta zona cubierta.
Y en la avenida de Cortes Valencianas, donde el ajetreo es habitual en todos los locales hosteleros, también hay un claro apagón. El cierre de uno de los gimnasios más importantes de Valencia, ha reducido el trasiego de los deportistas. Los trabajadores ya no disfrutan de las comidas y almuerzos de negocios en estos locales; y tampoco se ve la vida nocturna que es habitual por la noche. Algunos locales sobreviven de los pedidos a domicilio de aquellos empleados que apuestan por subirse la comida a la oficina.
Es la tónica habitual, en gran parte de Campanar. Donde cada vez se suceden más locales cerrados y el cartel de "se alquila", "se vende" y "se traspasa" se puede ver en persianas de todo tipo de comercios, también los de ocio, de muebles o de ropa. Y es que, uno de los únicos pocos focos de vida se da los fines de semana y en los Jardines del Turia, donde los vecinos se trasladan a hacer deporte o disfrutar con los más pequeños, sin poder alejarse del puente Nou d'Octubre, donde el cierre perimetral impide el acceso más allá del Parque de Cabecera tras iniciar el municipio de Mislata.
Heladería cerrada y sin terraza. EPDA
Una tienda de Nuevo Centro. EPDA
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