La lucha de las tildes: debate entre València o Valéncia, frente a la sede de la política municipal. / Diseño: Jaime SorianoValència, Valéncia... ¿Simplemente Valencia? ¿O Vlc, y fuera líos? La batalla sobre el topónimo oficial del 'Cap i casal' no cesa. En apariencia, parece un asunto de ortografía, sin más. En realidad, es un debate —no nuevo— que va mucho más allá. Electoralmente, hace su papel y viene bien. Unos y otros lo instrumentalizan con fines políticos. La derecha va con el cerrado; la izquierda, con el abierto. Provoca cruces que encasillan: que si blaveros, que si pancatalanistas. A pie de calle, el asunto no parece ser de una gravedad trascendental. Aun así, la polémica ha logrado que más de mil ciudadanos expresen su parecer formalmente. Un hito el número de alegaciones. Eso sí, con una movilización alentada por la izquierda.
La cuestión sobre el nombre oficial de la ciudad ha alcanzado cifras históricas. El Servicio de Normalización Lingüística del Ayuntamiento ha registrado más de mil alegaciones durante el periodo de exposición pública del expediente que propone la denominación bilingüe ‘Valencia/Valéncia’, con acento cerrado en la versión en valenciano. La iniciativa, impulsada por el gobierno municipal del PP y Vox.
De las 1.041 alegaciones registradas, 922 se manifiestan en contra del cambio, 61 se pronuncian a favor, 51 registros muestran disconformidad, aunque no incluyen alegaciones concretas y cuatro registros duplicados no fueron contabilizados. La mayoría de las alegaciones en contra provienen de modelos estandarizados elaborados y promocionados por Compromís, el Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana, la Plataforma per la Llengua, UGT y CCOO, mientras que 25 corresponden a escritos individuales con propuestas originales.
"Denominación histórica"
Las alegaciones presentadas en contra del cambio de topónimo se centran en una combinación de razones normativas, sociales y culturales. Sus firmantes denuncian la vulneración del reglamento municipal sobre el uso del valenciano y la falta de consenso social y participación ciudadana, señalando que la medida responde más a intereses políticos que a criterios lingüísticos. Además, defienden la denominación histórica, respaldada por las Normes de Castelló y los informes de la Acadèmia Valenciana de la Llengua —¿o Academia de la Llengua Valenciana?—, y subrayan la importancia de preservar los derechos lingüísticos y culturales.
La cifra de alegaciones supone el mayor número de alegaciones a una propuesta municipal en la última década, según los cálculos de Compromís, y contrasta con las cinco alegaciones registradas en 2016, cuando se oficializó la forma ‘València’, con acento abierto, durante el mandato de Joan Ribó. La norma ya estaba aprobada desde 1996 por unanimidad con los votos del exdirigente de Unió Valenciana Vicente González-Lizondo; la entonces alcaldesa ‘popular’, Rita Barberá; PSPV y EUPV. Aquella medida fue percibida como un paso definitivo en la normalización del valenciano en la toponimia urbana y como un gesto de respeto hacia la tradición lingüística y literaria de la ciudad. No obstante, algunos resignaron a escribir València.
Siete años después, la derecha volvió al ejecutivo municipal. En 2023, la nueva alcaldesa, María José Catalá, convirtió la modificación del nombre en uno de los buques insignia de su campaña política. Con la vara de mando en la mano, de las primeras cosas que hizo fue promover junto con Vox la versión bilingüe ‘Valencia/Valéncia’, con acento cerrado. Cumplió con su palabra y activó la maquinaria.
Compromís y PSPV denuncian que el proceso de modificación impulsado en 2023 se desarrolló de manera exprés y en periodo estival, dificultando la participación ciudadana.
"La lógica fonética"
Los defensores del cambio a ‘Valéncia’ con acento cerrado sostienen que esta forma refleja fielmente la pronunciación mayoritaria de los habitantes de la ciudad, según estudios históricos y fonéticos. Argumentan que la grafía cerrada respeta la tradición histórica y fonética del valenciano, evitando influencias externas, y busca garantizar coherencia entre la lengua hablada y la escrita, disminuyendo la inseguridad lingüística y fomentando el uso natural del valenciano. El informe técnico subraya que esta evolución fonética ha sido constante y documentada, y que la forma ‘Valéncia’ no es una castellanización, sino la representación ortográfica de la pronunciación real en todo el territorio valenciano.
El expediente, tras el cierre del periodo de alegaciones, se someterá a la Comisión de Cultura y posteriormente al pleno municipal, donde se decidirá si se adopta la versión bilingüe con acento cerrado en valenciano. Más allá de la disputa ortográfica —y, sobre todo, ideológica—, el debate del nombre refleja una vieja tensión identitaria —o complejo de inferioridad—, como tantas otras que tienen los valencianos. Lo de Comunitat, País o Regne ya en otro capítulo.
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