Los propietarios del edificio de Campanar que en febrero de 2024 quedó arrasado por un incendio que en cuestión de minutos devoró el inmueble, dejó diez muertos y a centenares de familias sin nada están ilusionados y esperanzados con la reconstrucción de sus viviendas un año después de la tragedia.
Así lo afirman Pepe Mas y Óscar Romero, dos vecinos de este imponente edificio de dos bloques y 138 viviendas, situado en una gran rotonda de la zona este de València, a los que aquel 22 de febrero el fuego les pilló en sus casas y que lograron salvar la vida por minutos.
Un año después, junto al esqueleto de este edificio, cuya limpieza y desescombro ya terminó y del que ya se conoce el diseño para su reconstrucción, Mas y Romero recuerdan perfectamente ese día que cambió sus vidas, pero también se muestran ilusionados con la idea de poder regresar a sus casas dentro del plazo previsto, que se sitúa entre finales de 2026 y principios de 2027.
"Esto no se pasa ni en un año, ni en dos ni en tres ni en cuatro. Yo creo que queda de alguna forma metido en el cerebro de por vida", afirma Pepe Mas, propietario, junto a su mujer, de una vivienda en la séptima planta de este edificio, y que ahora vive de alquiler en una zona cercana.
Mas dice que poco a poco va mejorando su situación anímica y ahora, poder ver cómo va avanzado el proyecto de reconstrucción y que se cumplen los plazos, le anima y le quita "parte de esa tristeza" que lleva desde que pasó esta tragedia.
Afirma que tiene "mucha esperanza" y ve "mucha luz al final de camino" porque ya sabe que tendrán un nuevo edificio "muy seguro y muy bonito". "Nos interesa muchísimo que este edificio sea como el Ave Fénix, un edificio que resurge de las cenizas", y lo hace "más fuerte que antes".
Lo mismo opina Óscar Romero, propietario de un dúplex entre las plantas 10 y 11 de la torre baja, quien se muestra "ilusionado" y con muchas ganas de poder volver a su casa, además de muy agradecido por el apoyo y la ayuda que han recibido tanto del Ayuntamiento de València como de la Generalitat, así como por la respuesta de las aseguradoras.
Del miedo a la añoranza
Ni a Óscar Romero ni a Pepe Mas les gusta mucho pasar por delante de este edificio, el número 2 de la calle Poeta Rafael Alberti, cuyo esqueleto se erige imponente como recordatorio del mayor incendio estructural que ha vivido la Comunitat Valenciana y una de las mayores tragedias hasta que llegó la dana del 29 de octubre.
Sin embargo, lo han ido normalizando conforme ha ido pasando el tiempo, especialmente cuando recibieron la noticia de que el edificio se podría reconstruir. "Eso nos dio mucha fuerza", recuerda Mas, quien destaca el nivel y profesionalidad de los equipos encargados de cada parte del proceso.
Se trata, dice, de gente profesional que "está valorando al cien por cien la seguridad, que es lo que importa en este momento", y agradece también las ayudas al alquiler que están recibiendo y la moratoria en el pago de las hipotecas.
Romero afirma que al principio no le gustaba estar aquí, "no era rechazo, era miedo, inseguridad y, sobre todo, añoranza". Ahora mismo sigue sintiendo añoranza pero esta es "positiva" al pensar que volverá a sus calles, a su barrio, a su finca y con sus vecinos, a los que quiere "un montón".
En estos momentos vive en el barrio de Ruzafa, adonde se mudó junto a sus gatos tras la tragedia, buscando la cercanía de dos buenos amigos que fueron los que más le apoyaron en ese proceso, y donde ha rehecho un poco su vida, aunque su intención y su sueño es volver a su casa de nuevo y recuperar su hogar.
Un día que no olvidarán jamás
El 22 de febrero de 2024 es un día que ni Romero ni Mas olvidarán jamás, pues perdieron su casa y todos sus recuerdos, pero también han sacado una gran enseñanza: "Saber vivir con menos necesidades en todos los sentidos", resume Pepe, quien asegura haber aprendido a vivir "con muy poco".
Él y su mujer estaban en casa en el momento que se inició el fuego. Notaron el olor a humo y al abrir la ventana vieron cómo "venía una llamarada de humo y fuego por el balcón", así que cerraron todas las persianas y salieron corriendo por las escaleras tal y como pudieron.
Óscar también estaba en casa ese día, con una amiga, cuando empezaron a ver humo. Primero pensaron que no era en su finca, pero enseguida "el humo creció por segundos" y decidieron bajar a ver qué pasaba.
Primero bajó ella pues él tiene dos gatos a los que no quería dejar solos en casa, pero conforme entró vio frente a la terraza "una nube negra", y aunque valoró quedarse porque pensaba que en su casa no podía pasarle nada malo, al final decidió bajar con los animales.
"Tomé la mejor decisión", señala, y reconoce que lo único que echa en falta son "los recuerdos" que no ha podido recuperar de un animal perdido y de un familiar fallecido que ahora están ya solo en su mente. "Ya no existen, han desaparecido, igual que todo lo que había en la casa", lamenta.
Sin embargo, afirma que en una situación así hay dos opciones: "Echarte al suelo y patalear y llorar, o ser fuerte, ponerte de pie, asimilar lo sucedido, superarlo y mirar hacia delante", que es lo que ha hecho el vecindario de este edificio.