Vecinas de la Avenida Blasco Ibáñez de Catarroja han afirmado que ha sido duro permanecer en sus viviendas pero deseaban que comenzasen las tareas de demolición de cinco bungalóws de otros propietarios por daños estructurales tras las inundaciones porque es "el principio de una vida nueva" para las cinco familias afectadas y que puedan avanzar.
Sarai Gil y María Asencio residen en una de las viviendas de la urbanización que sufrió grietas en la planta baja pero no quisieron irse a otras casas que les ofreció el Ayuntamiento y aseguran que es "muy duro salir de tu casa y con el miedo de que se pueda meter alguien".
Estas dos mujeres, hija y madre, perdieron dos coches y el negocio, una tienda de moda, y Sarai está decidida a seguir con la actividad pese a que lleva cuatro meses sin facturar.
"Por mucho que no veas barro en el suelo, tenemos que abonar el derribo y levantar las casas entre todos los vecinos, así como los desperfectos que tengamos", relata, y añaden que muchos vecinos son mayores y no tienen tantos ingresos para abonar todo.
"Nos dijeron que cuando necesitásemos ayuda que la pidiéramos, estamos pidiendo la ayuda a gritos y no nos hacen caso", lamentan.
María explica que a su hija y a las dos chicas que trabajaban con ellas en la tienda las sacaron "con el agua al cuello" y dentro de la tienda quedaron 50 centímetros de lodo tras las inundaciones del 29 de octubre.
Las inundaciones y desbordamiento del barranco del Poyo, muy cercano a la vivienda, llenaron su casa de más de un metro y medio de agua y barro y arrasaron el negocio familiar, una tienda de moda "que es el sueño de mi madre y mío" en cuya reconstrucción trabajan sin descanso.
En la urbanización, una grúa de grandes dimensiones se encarga de las tareas de derribo, aunque las labores se están llevando a cabo con cautela porque las viviendas están adosadas unas a otras. En total son 40 viviendas las que forman parte de la urbanización.