Nacho Latorre No me pregunten por qué, no estaba entre mis predilecciones, pero los azares han hecho que haya estudiado a través de la documentación existente la incidencia en la comarca de las pestes de los siglos XVI y XVII, los terribles seis episodios de cólera del XIX y la gripe de 1918. Viviendo la actual crisis sanitaria del COVID-19, hay situaciones que me parecen muy similares a las de tiempos pretéritos.
En mis cavilaciones siempre se interfería si no vendría otra vez un periodo crítico sanitario como el que se dio hace 102 años con la gripe. Al respecto, concluía en un artículo de hace dos años con una cita de la Organización Mundial de la Salud que advertía en 2005 de la existencia de un riesgo importante de epidemia mundial de gripe en un futuro cercano. Pues ya la tenemos aquí.
Ante las cábalas sobre un origen de laboratorio de este nuevo tipo de coronavirus, la comunidad científica de virólogos, genetistas y zoólogos ha desmentido que el SARS-CoV-2 sea un constructo de laboratorio, ni un virus manipulado a propósito. Surge, por tanto, la primera lección: la humanidad ha experimentado y ha estado amenazada siempre por epidemias y pandemias, virus y bacterias. ¿Nos creíamos tan omnipotentes, tan instalados en la sociedad del bienestar, tan “sapiens” que ya no iba a venir una crisis sanitaria? ¿No iba a aparecer una pequeña bicha que le diera la vuelta a todo? La humanidad, por mucho que lo intente, no podrá controlar todos los mecanismos de la naturaleza y biología. La incertidumbre por lo que deparará el futuro acompañará siempre al hombre.
Ciertamente, el impresionante avance de la ciencia ha logrado que las pandemias sean mucho menos cíclicas y virulentas. Sólo hay que recordar que en el cólera de 1854-1855 fallecieron 788 personas en una Requena de unos 9.000 habitantes o 1.100 decesos hubo en 1885 en el partido judicial de Requena. Y esa es otra lección, tenemos que seguir confiando e incentivar más la ciencia y a esta sanidad pública que logra que las catástrofes epidémicas no diezmen a la población como antaño. Muchos les estamos aplaudiendo puntualmente a las 8 de la tarde y lo seguiremos haciendo.
¿Las medidas aislacionistas funcionan? Que se lo pregunten a la Requena de los siglos XVI y XVII (otra vieja lección). Los buenos sistemas de información y profilaxis que adoptó el concejo requenense, junto con su ubicación periférica de las pestes que venían por Castilla y Valencia, le sirvieron para atenuar su incidencia y librarse de registros catastróficos de mortalidad como los hubo en otros lugares. En cuanto se confirmaba el avance de la enfermedad se cerraban puerta y portillos y se ponían guardas; se tapiaban los espacios abiertos; se establecía un cordón sanitario para comerciantes, arrieros, transeúntes y el correo y se adoptaban medidas biológicas y alimentarias.
Cuando escribo esto la polémica en los medios de comunicación es si los sistemas de medición de los fallecidos son fiables. Los que hemos historiado estos procesos lo tenemos claro. Lo sabremos a posteriori, a través del registro civil de fallecimientos, cuando podamos hacer comparaciones entre los meses de crisis sanitarias y los mismos meses en años anteriores y se pueda cuantificar los repuntes de mortalidad, además de aspectos como el motivo del deceso, edad, etc. Siempre al principio de las epidemias, ni los propios médicos saben las causas exactas del fallecimiento hasta transcurrido un tiempo de la invasión y existe un mayor conocimiento de la nueva enfermedad. Mientras tanto, el sistema estadístico sanitario se intentará acercar lo máximo posible a la realidad para saber la evolución de la “bicha” y adoptar medidas. ¿Certezas estadísticas? Denle tiempo al tiempo.
También los papeles viejos relatan sobre estigmatizados, acaparadores y especuladores en tiempo de enfermedad y escasez. Poco nuevo bajo el sol.
Y, siempre, después de cada cólera, el municipio agradecía al personal que había luchado contra la epidemia: médicos, cirujanos, alguaciles, alcaides de las cárceles, funcionarios, ediles... Esperemos que esta lección antigua se cumpla cuando pase la nube.
Cuídenseme todos.
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