Toni Quintana El Tribunal Supremo acaba de poner fin a una larga controversia mediante una sentencia que da la razón al consejo regulador de la Denominación de Origen (DO) de los vinos de Utiel-Requena en la batalla judicial que venía librando para preservar su jurisdicción, el territorio vinícola que siempre le ha sido propio, frente a ciertas maniobras que abrían las puertas a que esa idiosincrasia, esos rasgos genuinos que confieren una personalidad propia a los vinos de Utiel-Requena, pudiera ser comercializada bajo la enseña de otra zona vinícola, por muy próxima y vecina que sea.
Se trataba, en definitiva, de defender la identidad y no por chovinismos mal entendidos sino porque la identidad en materia de vinos y para una tierra de vinos como la nuestra lo es todo, es el valor supremo, porque esas características identitarias son las que aportan el valor añadido, el hecho diferencial que buscan los consumidores. Así, que no podemos más que congratularnos enormemente por la decisión del alto tribunal.
Desde el primer momento en que se suscitó el conflicto, allá por 2012, la movilización en la comarca por parte del sector vitivinícola fue decidida y, es de justicia ponderarlo también, el PSPV-PSOE se puso de inmediato al lado de los viticultores de Utiel-Requena a través de la presentación de toda una serie de mociones en los ayuntamientos y de iniciativas ante la Diputación porque siempre tuvimos claro que sus reivindicaciones eran justas y necesarias, tal como acaba de avalar de manera contundente el Supremo en sentencia firme. Y es preciso recordar igualmente que fue el anterior gobierno autonómico del PP el que modificó el pliego de condiciones que regula estas materias abriendo con ello la posibilidad de ciertas prácticas que atentaban contra la identidad vinícola de nuestra zona y que sólo con la llegada de Ximo Puig al frente del Consell se restableció el contenido original de esas condiciones.
Pero lo sustancial, lo verdaderamente importante es que el dictamen del alto tribunal viene a clarificar las cosas y poner orden de una vez por todas en una situación indeseable tanto para el propio colectivo de viticultores y bodegueros de Utiel-Requena como para el público, puesto que esa distorsión identitaria sobre el origen de los vinos solo podía inducirle a la confusión e incluso al engaño.
Afortunadamente, nuestra comarca y sus caldos tienen una personalidad propia, ni mejor ni peor que otras, pero desde luego única: por razones de clima, de altitud, de suelos y, sobre todo, de aquellas que se derivan de la variedad que predomina en la zona, la uva Bobal, nuestro patrimonio vinícola es el resultado de una antiquísima tradición que era preciso defender y que se ha sabido defender con la determinación necesaria.
Creo sinceramente que debemos felicitarnos por ello, por nuestra convicción y por ese esfuerzo colectivo que desde hace ya tiempo está permitiendo mejorar sustancialmente la calidad de nuestra oferta y situarla en el lugar de prestigio que merece y le corresponde.
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