Al escribir estas letras a las 23,54 horas, veo un mensaje en el Facebook de hace 9 horas que nos dice:
"Estimados clientes, cerramos nuestras puertas por jubilación. No nos queremos ir sin antes agradeceros vuestra confianza día tras día, por compartir con nosotros cumpleaños, almuerzos, despedidas, comuniones, fiestas...
¡Gracias por acompañarnos hasta el último día!
Y a quienes han formado parte de nuestro equipo, por su esfuerzo y compromiso: ¡Gracias!
Podemos decir que el horno STA. BÁRBARA cierra con orgullo y satisfacción".
Es triste ver que se cierra la puerta de un horno, no da alegría pasar por la calle de Colón y ver la puerta cerrada, cuando esas cuatro esquinas estaban llenas de vida y los fines de semana la cola ocupaba las aceras.
El relevo generacional es importante, pero cuando los años pasan y hay dificultades para seguir, honradamente la familia tan profesional como es la del horno Santa Bárbara, toma la decisión que cree más conveniente.
Este horno viene de herencia familiar, Bárbara fue el nombre de la antepasada abuela y es el sello que ha llevado esta casa hasta el día de hoy. Recuerdos difuminados en el tiempo y que con el paso de los años han forjado la historia de una importante firma comercial.
En el programa de fiestas del año 1982 ya se anunció: "Horno, pastelería y bollería; calle Colón Nº 41; teléfono 2700151. Baltasar Vicente Muñoz". El paso del tiempo junto al trabajo y tesón han hecho posible que de aquel horno y pastelería hoy se haya convertido en un exquisito escaparate donde todos los dulces artesanos de Casinos han ocupado su lugar.
Esa puerta abierta de día y de noche ha facilitado meriendas de Amas de Casa, rollos anisados de San Blas y San Roque que ofrecían las Clavariesas de la Virgen de los Dolores y un sin fin de ágapes y refrigerios que han acompañado las celebraciones locales y familiares.
Congrets, suspiros, mantecados, galletas de diferentes sabores, rosquilletas, empanadillas, multicolores pasteles, brazos de gitano, tartas de almendra, o tartas de los más variados sabores, frutas de Sant Dionis… por citar con detalle, algo de lo que allí encontrábamos, es lo que le ha dado nombre y fama, a esta familia que nunca descuidó su tarea.
Baltasar Vicente, el fundador junto a su hermano Visente y esposa María Ángeles ha participado en muchas Ferias en el stand de Gastronoma, como presidente de Fegreppa, estando siempre muy vinculado al Gremio de panaderos y pasteleros de Valencia, institución que desde el siglo XV ha defendido los valores del oficio de panadero tradicional y promoviendo la cultura del pan de calidad.
Un camino de trabajo artesano ha sido la tarjeta de presentación que cada día ha exhibido este querido Horno, que hoy ya echamos de menos.
La palabra jubilación además de ser ese acto administrativo por el que un trabajador en activo pasa a una situación pasiva o de inactividad laboral, la RAE la define como una vida de alegría o de júbilo. Eso es lo que podemos desear a esta familia que hicieron del horno una alegría gastronómica para todos.
Son muchos recuerdos los que fluyen en mi mente a la hora de cerrar este capítulo. Recuerdo la participación de este Horno en las primeras Ferias del dulce artesano de Casinos. Su predisposición a formar parte de aquella aventura hicieron posible la existencia y continuidad de la Feria.
El horno de Santa Bárbara pasará una historia por sus tradicionales "cocas" recién horneadas en las fiestas de agosto. Era cita obligada pasar a reponer fuerzas porque "la coca en oli" forma parte de nuestra identidad en la noche de fiesta.
"¡Pásate a por la tuya a partir de las 6
Desde el equipo de Santa Bárbara os deseamos que disfrutéis de las fiestas!"
Aunque la puerta esté cerrada queda siempre el recuerdo de esas noches, de largas filas, que aún resonando el eco de la música o de las campanas, se reunía toda la juventud, esperando que el amanecer pusiera el punto y seguido a las divertidas noches de fiestas. Queda el recuerdo de ese acontecimiento familiar donde nos alimentaron, o sencillamente, evocamos ese sabor de boca de pastel o de aquellos blancos suspiros que endulzaron un día de nuestra vida.
Querida familia, con la cabeza bien alta y el deber cumplido a empezar una nueva vida y sentir el aprecio de un pueblo al que habéis atendido día día, año tras año y durante varios lustros. Para nosotros los recuerdos, para vosotros la gratitud.
Recibid un fuerte abrazo de todos los que habéis sido parte de sus vidas.