Las elecciones municipales del 28 de mayo de 2023 parecen muy lejanas, pese a haber transcurrido solamente un par de años, por la especial intensidad de este periodo.
El primer bienio de mandato, el que ha conducido a su ecuador, concluye con únicamente uno de los cuatro cabezas de lista con partidos representados en el hemiciclo en el lugar que ocupó, el de líder de su partido. Y llega tras haber pasado, entre otros muchos avatares, un incendio pavoroso y una riada devastadora.
La alcaldesa, María José Catalá, se ha quedado a estas alturas como la única aspirante a la vara de mando que sobrevive en ese rol. Por el camino se marcharon la socialista Sandra Gómez, que cambió el escaño municipal por el de eurodiputada, y el exalcalde por Compromís Joan Ribó, que decidió alargar su paso a la jubilación hasta finales de febrero de 2024.
También, aunque de otro modo, cayó Juan Manuel Badenas, cabeza de lista de Vox y segundo teniente de alcalde hasta marzo de este año, que ha pasado de ejercer de referente de su partido a ostentar una delegación menor (Patrimonio), comparada con la retahíla que dirigía, en el equipo de gobierno hasta la revuelta interna que protagonizó junto a su compañera Cecilia Herrero, del mismo modo condenada a un semiostracismo en el pleno.
Catalá resiste el envite y lo hace con su grupo al completo de 13 concejales. Prosiguen los que empezaron, con el portavoz, Juan Carlos Caballero, y la primera teniente de alcalde, María José Ferrer de San Segundo, como guardia petroriana de un equipo en el que han resaltado durante esta primera mitad de mandato la ubicua responsable de Turismo o Innovación, Paula Llobet; la discreta de Recursos Humanos y Contratación, Julia Climent; o el polifacético de Cultura, José Luis Moreno.
Vox, su necesario socio de gobierno, aunque se hizo de rogar para asumirlo hasta octubre de 2023, ha realizado acopio de delegaciones en la figura de su prohombre en el consistorio, José Gozálbez; y de su compañera Mónica Gil. El grupo ha pasado, en la práctica, de cuatro ediles a dos y medio tras la defenestración parcial de Badenas y Herrero.
Esa crisis interna constituye el principal acicate de oposición del PSPV en los últimos meses, que ahonda en los contratos desarrollados por el exportavoz de Vox desde sus delegaciones para incluirlos en una demanda interpuesta.
PSPV y Compromís
El Partido Socialista vive, por su parte, otra situación complicada. Se marchó su cabeza de lista, Sandra Gómez, sin cumplir su primer año de este mandato y tras un resultado discreto en sus dos tentativas electorales y asumió su labor de ariete contra el gobierno su número dos, Borja Sanjuán, con un discurso agresivo. Por medio de esa estrategia busca transitar por una travesía del desierto política hasta que su futura candidata, la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana y exconcejala Pilar Bernabé, pueda centrarse en la campaña a la alcaldía de Valencia.
Mientras, Compromís, principal fuerza de la oposición con nueve munícipes, intenta cubrir el hueco moral y popular dejado por Joan Ribó con una también aguerrida Papi Robles, escoltada por iniciativas con la impronta del incombustible y siempre controvertido Giuseppe Grezzi.
Si en el plano político esta primera secuencia de mandato ha dado para mucho, en el social también lo ha hecho, aunque no tanto en el urbanístico. Empezando por este último, por el final, siguen como empezaron las dos obras más simbólicas que tiene pendientes Valencia: la reforma de la plaza del Ayuntamiento y la remodelación de Estación y prolongación del Parque Central (vinculadas las dos y con financiación sobre todo estatal).
Nada ha cambiado respecto al inicio de mandato, con la misma fisonomía en ambos lugares pese al reciente anuncio de licitaciones y finalizaciones sin fechas definitivas. Tampoco lo ha hecho el esqueleto del nuevo Mestalla, que se ha consagrado como una figura de desprestigio de Valencia en la entrada por la Pista de Ademuz. En cambio, sí que avanza a marchas forzadas para entrar en funcionamiento en muy breve el Roig Arena, fruto de la iniciativa privada.
Calle Colón y Metro
La transformación más reseñable en el aspecto urbano ha constituido, en la práctica, una involución: la de revertir la enrevesada doble circulación en la calle Colón, con dos carriles para EMT y taxis impuesta por el anterior equipo de gobierno. La consolidación de Metrovalencia con líneas como la 10, que lleva a Nazaret, o el incremento de autobuses de la Empresa Municipal de Transporte, suponen dos hitos reseñables en este sentido.
En una ciudad donde encontrar vivienda a precio asequible se ha convertido en misión casi imposible, el ejecutivo de Catalá aporta numerosas dosis de anuncios de futuras viviendas sociales para alcanzar ya el millar previsto. En este sentido, al igual que en las inspecciones a viviendas turísticas, supera a sus predecesores en la gestión local.
Vivienda imposible
No obstante, resulta sangrante que la ciudad sufra esa realidad mientras existen notorias bolsas de suelo en el tramo final de la calle San Vicente a su entrada en San Marcelino, en el eje que conforman Nazaret y la pedanía de La Punta o en el entorno de Benimàmet.
Esa carestía de vivienda y la gestión del éxito turístico se están convirtiendo en dos de las cuestiones en ebullición que pueden determinar el segundo tramo de mandato y convertirse en polémica de debate de cara a los siguientes comicios, los del último domingo de mayo de 2027.
En cualquier caso, esa ya será otra historia. La actual se centra en el repaso de la evolución de la ciudad de Valencia en la primera mitad del mandato dirigido por el PP y Vox, marcada por los asuntos antes referidos y por dos desgarradoras tragedias.
Fiesta continua
Antes de abordar el drama de estas últimas cabe reseñar la fortaleza de las fiestas y cultura en la ciudad, que abarcan a un amplio abanico de entidades. En esta línea la reapertura del Palau de la Música, en octubre de 2023 y tras una incomprensible secuencia de cuatro años de cierre, supuso un importante hito.
Por su parte, las celebraciones josefinas continúan caminando sobre plusmarcas consecutivas de visitantes, con un millón y medio de personas en la edición de este año que han abarrotado la cada vez más populosa metrópoli.
Valencia ya no necesita carta de presentación. Su fama le precede y acontecimientos como el maratón internacional lo demuestran, con participantes de más de un centenar de países para reunir, en total, a 35.000 personas corriendo por las calles. Y si el número pudiera ser mayor -la organización lo limita a esa cifra para garantizar el correcto desempeño de la prueba- lo superaría con creces.
Las incontables ferias, como la Mostra de Proava, la de Andalucía, la Alternativa, la del Libro Antiguo y de Ocasión o la de novedades literarias, entre otras muchas, resultan cada año más transitadas, al igual que festivales musicales como el de julio o el fallero. En este caso no importa quien gobierne.
Este 2025, por otra parte, adquiere una singularidad especial respecto a una de las reliquias más preciadas y cada vez conocidas en mayor medida de Valencia: el Santo Cáliz de la Catedral. Se celebra el tercer año jubilar, por lo que el número de peregrinos que hagan el camino que enlaza con Huesca previsiblemente aumentará.