"Uno de los retos del gobierno municipal es favorecer un modelo energético descentralizado, con participación activa de las familias en todo el proceso tanto de generación como de distribución y consumo de energía verde y de proximidad". Este ha sido el mensaje que el alcalde de València, Joan Ribó, ha transmitido hoy a la presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de València (FAAVV) María José Broseta, en la reunión en la que han acordado mantener encuentros periódicos para impulsar el proyecto municipal de las comunidades energéticas, "con el fin de que València pueda destacar como una ciudad que tiende al consumo energético cero, porque produce el máximo de la energía que consume".
En este encuentro, celebrada en el Ayuntamiento, también han participado el concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, Alejandro Ramon, y otros representantes de la FAAVV. El primer edil, que ha destacado la "buena recepción" de la entidad vecinal, ha aprovechado para explicar y detallar este proyecto "impulsado por el Ayuntamiento con el objetivo de democratizar la energía y avanzar de forma seria hacia una ciudad sostenible en un contexto de emergencia climática y de lucha contra el cambio climático".
El alcalde ha recordado que la primera comunidad energética de València, que también ha sido la primera de todo el Estado, se ha gestado en Castellar-l' Oliveral, y la segunda, en los barrios de Ayora y la Isla Perdida; y ha aclarado que ·el Ayuntamiento colabora con estos proyectos cediendo espacio para facilitar las instalaciones, y que estos dos que ya están en marcha se encuentran en fase de proceso participativo para buscar vías técnicas y de financiación posibles". "De momento -ha añadido- 120 familias se han interesado en estas dos experiencias pilotadas desde la Fundación València Clima y Energía, y el objetivo municipal es impulsar de más en otros barrios de la ciudad".
Concretamente, la de Castellar se presentó en junio, con más de 60 familias interesadas que promoverán una instalación en la cubierta del centro cívico La Cebera, con la intención de reducir emisiones de dióxido de carbono, unas 47,7 toneladas, el equivalente a plantar 715 árboles en 10 años. Y para la de Ayora y la Isla Perdida, con otras 60 familias y algunos comercios interesados en el proyecto, se han valorado varios enclaves, según ha recordado Joan Ribó.