El 29 de octubre, la planta baja donde la asociación guardaba la imagen de la Virgen de los Desamparados fue afectada por la riada, con un nivel de casi tres metros. La fuerza del agua rompió la puerta metálica y el busto apareció al día siguiente encima del techo de una furgoneta, con daños importantes en la cara, la corona y el resplandor. También se llevó los angelitos de escayola y los dos mantos, que no pudieron recuperarse del barro, además de estropear las maderas del cadafal, que se tienen que cambiar.
La peor pérdida fue, además de una de las manos de la Mare de Déu, la imagen del niño Jesús que llevaba en su brazo y que desapareció sin dejar rastro. La ligereza de la fibra de vidrio, el material en el que está confeccionado, favoreció que fuera arrastrado pro la corriente sin que se conozca dónde fue a parar, a pesar de la búsqueda desesperada de los primeros días.
Su ausencia se cubrió con un corazón con los colores de la Senyera en la Ofrenda de 2025, que tuvo que retrasarse por las lluvias, pero que fue más emotiva que nunca, tanto para los Vestidors, como para los falleros y falleras. El manto volvió a cubrirse de flores con un diseño de Elena Gómez Carrascosa y con los sentimientos a flor de piel.
El cadafal cumple el próximo año su 20 aniversario, aunque se plantó por primera vez en 2007. Con este evento solidario, la asociación, que preside Lidia Corrales, pretende recuperar el esplendor de la imagen, que cuenta con un presupuesto cercano a los 9.000 euros y que se ha encargado a Ceballos y Sanabria.
"Queremos recuperarlo manteniendo su misma esencia", explican desde els Vestidors, aunque advierten de que se añadirá un pequeño cambio "al hacer el resplandor para que luzca por ambos lados, por delante y por detrás". "Esperamos que la gente colabore. De momento, la respuesta está siento muy positiva y ya hemos conseguido vender cerca de 1.000 pulseras y hemos encargado otras 1.000 más", señalan.
El cartel anunciador del evento. EPDA
