Un año más,
Valencia dejó claro que hay batallas que se pueden librar con alegrÃa, flores y
amor. Asà lo cuenta su alcaldesa, MarÃa José Catalá, quien minutos antes del
comienzo del evento declaró que "esta batalla es la más hermosa". Los
valencianos lo saben, y las largas colas para acceder a los 365 palcos fueron
prueba de ello. La Batalla de Flores, que fue importada desde Niza por el barón
de Cortes de Pallás en 1891, es la batalla floral más antigua de España.
Desde las siete y
media, la Alameda empezaba a llenarse de grupos impacientes por acceder a sus
palcos: pequeños feudos separados por vallas, preparados con cajas llenas de
flores. Durante la espera sonaba el himno de Valencia, interpretado por la
banda, mientras desde los bares cercanos de la Alameda se disfrutaba de una
vista privilegiada. Todo el mundo esperaba el inicio del evento, que seguirÃa
un recorrido de tres vueltas: la primera para lucir las carrozas, la segunda
para entregar los premios, y la tercera para lanzarse flores.
Antes de la entrega
de premios y la esperada batalla, las carrozas dieron su primera vuelta por el
recorrido. En el trayecto les esperaba una tribuna de autoridades en una
recreación del Pabellón Municipal de Carlos Cortina de 1926, una estructura
que, según la alcaldesa, recupera "la esencia y parte del sentido" del evento.
Tanto la tribuna como los palcos recibieron a las carrozas entre aplausos y
sonrisas, sonrisas que parecÃan estar tatuadas en los ocupantes de las
carrozas. La alegrÃa se reflejaba en saludos y besos que volaban en todas las
direcciones: de un lado al otro del palco, entre carrozas, entre carrozas y
palcos…
La segunda vuelta
al recorrido estuvo marcada por los nervios en las carrozas por conocer qué
premio habÃan recibido. En ellas desfilaron las Falleras Mayores de Valencia de
2024 y 2025 con sus respectivas cortes, comisiones falleras, juntas locales, la
Bellea del Foc de Alicante, la reina de las fiestas de Castellón y otros
colectivos festivos. Cada carroza se paró frente a la tribuna de autoridades
para recibir su premio. Todos fueron recibidos entre muestras de cariño y
gritos de alegrÃa. También los caballos sintieron los nervios del ambiente:
algunos se resistÃan a frenar, otros se desviaban del trayecto, y uno incluso
no logró detenerse a tiempo, obligando a los organizadores a correr con el
premio en la mano. Desde el palco, los vÃtores de "¡guapa!" se entrelazaban con
corazones dibujados con las manos y besos lanzados al aire.
En la etapa final
de este evento, el ambiente pasó de los nervios a la euforia absoluta: los
claveles empezaron su particular baile en el cielo. Pero esta batalla no se dio
solo entre carrozas y palcos; las flores volaban también entre las autoridades
en la tribuna, los músicos de la banda, y los participantes de las distintas
carrozas. Todos los asistentes se mostraron completamente despreocupados,
jugando como niños entre risas y bromas. Ni siquiera la alcaldesa parecÃa
tomarse un respiro entre flor y flor. Incluso los músicos de la banda, ya
totalmente integrados en la batalla, acabaron volcándose por encima cubos de
claveles entre carcajadas.
Como cada año desde
el siglo XIX, la ciudad se vistió de color para revivir una historia escrita
con claveles, carrozas y sonrisas. La Batalla de Flores de Valencia volvió a
demostrar que hay formas de luchar que no hieren, sino que unen. Por eso, la
batalla continuó hasta el último momento: cuando cayeron las vallas y las
carrozas se marcharon, algunos asistentes se quedaron para seguir lanzándose
las miles de flores que quedaban en el suelo, esas que nadie se habÃa llevado a
casa.