Personas durmiendo en la calle. EPDA
Portada de la tercera edición impresa de El Periódico de Aquí de València. FOTO ELVIRA FOLGUERÀLa Unión Europea considera que una persona está en riesgo de pobreza o exclusión social cuando está en uno de estos tres supuestos: cuando los ingresos no alcanzan el umbral de la pobreza (el 60% del ingreso nacional medio después de pagar impuestos); cuando está “severamente privada de medios materiales” (cuando no puede pagar el alquiler, la hipoteca, calefacción, carne o pescado, o no puede irse de vacaciones ni una semana al año); o cuando vive en un hogar con muy baja intensidad laboral.
Tras analizar informes, estudios y demás documentos que se han publicado en los últimos años, se puede asegurar que en la Comunitat, y en particular, en València, hay un nivel de pobreza brutal. Y aquí van los datos. O más que datos, bofetadas.
Cifras estremecedoras
Vamos con la primera. El 26,7% de la población de la ciudad se encuentra en riesgo de exclusión social, según un estudio de la Universitat de València que encargó el Ayuntamiento. En román paladino, eso es más de una cuarta parte de los hogares de la urbe, lo que se traduce en 211.133 personas.
A por la segunda ‘leche’. En la Encuesta de Condiciones de Vida de 2017 del Instituto Nacional de Estadística (INE), que es un medidor muy fiable, se aseguraba que mientras la situación mejoraba en el conjunto del país, en la Comunitat Valenciana empeoraba. El porcentaje ascendía al 25,6 %, frente al 24,4 % del año anterior. Es decir, que uno de cada cuatro valencianos, en 2017, vivía con ingresos anuales por debajo de los 8.522 euros por persona. 8.552. 8.522 euros al año. Menos de 710 euros al mes. ¿Seguimos? Vale.
El último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) de España, asegura que más de un millón de valencianos (1.26 para ser exactos) se encontraba en riesgo de pobreza en 2017, el 53 % de ellas mujeres, lo que supone un aumento de 1,2 puntos respecto al año anterior, y decían que la tasa de pobreza severa se situaba en el 9,3 %, por encima de la media estatal.
Otra estocada por si no queda claro. Según Save the Children, uno de cada tres niños y niñas en la Comunitat Valenciana está en riesgo de exclusión. Cerca de 280.000 menores de 18 años se encuentran en esa situación en la Comunitat, y aseguran que 450.000 familias con niños están en situación de pobreza severa. La ciudad de València es donde se concentran el mayor número de niños y niñas en riesgo de pobreza o exclusión social de toda la Comunitat. Cerca de 37.000 menores viven en esta situación, lo que supone el 31,6% del total.
Asalariados y pobres
Para rematar la crueldad que emana de esos datos, otro estudio de impacto. El informe ‘Análisis y perspectivas CV 2017’, que presenta este lunes el Observatorio de Investigación sobre Pobreza y Exclusión en la Comunidad Valenciana, integrado por la Universidad CEU Cardenal Herrera, Cáritas CV y la Fundación Foess, asegura que seis de cada diez parados valencianos son pobres y cuatro de cada diez trabajadores con contrato temporal, también. Hay salarios tan bajos que existen, cada vez más, los asalariados pobres. Truculento. Para perder el tiempo con millenials y demás estupideces.
Y en Casa Caridad advierten que hay una tendencia al alza. Que esto no para. Por ejemplo, en los diez primeros meses del año han realizado más de 63.000 atenciones en el comedor social del Paseo de la Pechina, -un 14,5% más que en 2017- la cifra más alta de los últimos cuatro años, y en el albergue del Paseo de Pechina, las pernoctaciones han crecido un 6% en el último año.
AL LADO DE TU CASA
Todo esto ocurre aquí. En su barrio. En su comunidad de vecinos. En la mayoría de los barrios de la ciudad. La concejala de Servicios Sociales, Consol Castillo, recuerda que las zonas más afectadas andan en el distrito de Poblats Marítims, en el norte de la ciudad en los distritos de Rascanya, Campanar y Benicalap y en el sur en el distrito de Quatre Carreres.
La Fundación Dasyc, que trabaja sobretodo con familias con menores a su cargo, trabaja en Nou Moles, Tres Forques, La Fontsanta, La Llum, Patraix, Safranar, San Isidre, La Malva-Rosa, Cabanyal-Canyamelar, El Grau, Nazaret, Penya-Roja, Creu del Grau, Marxalenes, y Benimaclet.
La gerente de esta Fundación, Isabel Pérez-Cea explica que sus acciones van enfocadas por un lado a prevenir el fracaso escolar de menores de 6 a 18 años con situaciones familiares difíciles y dificultades de aprendizaje, y también atienden parte de sus necesidades básicas facilitando kits de desayuno y meriendas a las familias con más necesidad.
LAS CARAS DE LA POBREZA
Beneficiaria de esa Fundación es Leila. Es valenciana. Tiene 7 años. Y sonríe. Constantemente. Lo hace como si de un mecanismo de defensa se tratara ante la tragedia que sobrevuela su vida. Y sobre la que es consciente en parte. Su madre, sola y sin trabajo, víctima de la violencia, lucha por sacarle a ella y a sus otros seis hermanos, del enorme riesgo de exclusión en el que viven a diario.Leila junto a otros niños asiste por las tardes, en el colegio Raquel Payá, a clases de apoyo, de repaso, de juego. En ese centro especial merienda y disfruta del calor que obtiene del personal de la organización.
“Me encanta Sara (de la fundación), la quiero mucho, juego, me divierto, me cuidan mucho”, nos cuenta la pequeña, mientras su madre recoge los alimentos que le proporcionan antes de irse a casa.
Hay más rostros en esa posición. Como el de Toni que tiene 66 años y es pensionista. Desde hace unas semanas acude al Centro de Día de Casa Caridad donde participa de los diferentes talleres que se realizan y se queda a comer en el comedor social. También estuvo alojado unos meses en el albergue de Pechina. Actualmente, lleva dos meses en una habitación que ha alquilado que sufraga con el subsidio que recibe. “El problema que tenemos las personas que acudimos a los servicios de Casa Caridad es la discriminación social. Y en una situación de exclusión nos podemos encontrar cualquiera en un futuro. Aquí gracias a la labor de los educadores y las actividades que realizamos en el Centro de Día, me he puesto a reflexionar sobre mi pasado y mi adicción. Una de las cosas más difícil de llevar es la soledad, y aquí he podido recuperar parte de mis relaciones sociales. que he recuperado con la gente de aquí. Hacía mucho que no sentía esto”, explica Toni.
Adicciones, problemas económicos, discriminación. Son muchas las circunstancias que llevan al borde del precipicio a miles de personas. Como apuntan desde Casa Caridad cuando hablan del colectivo que no tiene hogar, es complicado hablar de un solo perfil, dado que se trata de una situación de vulnerabilidad, no de una característica específica asociada a un determinado colectivo.
Personas que antes vivían en la calle Granada, o en Manuel Candela, o en la Avenida del Cid, o en la calle Joaquin Navarro. Las que vivían y las que malviven allí, claro.“En Valéncia ciudad no existen guetos, las tasas de pobreza están muy repartidas. Es cierto que hay zonas que están por encima de la media, las comentadas antes, pero no puede afirmarse que València sea una ciudad muy desigual”, asegura la edil Castillo.
Riesgo físico y emocional
En Cruz Roja llevan años y años trabajando con estos colectivos. En 2017 atendieron a 22.775 personas. Más de 5.000 de esa cifra eran seres humanos en extrema vulnerabilidad. Todas en riesgo de aislamiento físico o emocional. 2.950 niños y 1.504 mujeres en dificultad.
Mujeres como Sara, de 39 años. Vive en una vivienda social en València con sus hijos de 5 y 3 años y se las arregla con el subsidio mínimo que recibe, y las ayudas de Cruz Roja, para sobrellevar numerosas dificultades. Víctima de violencia de género, sin familia ni red próxima, su pequeño de tres años está enfermo de riñón y acumula cinco operaciones. Llegó de Marruecos hace más de una década para trabajar en el campo pero no conocía el idioma porque sólo se relacionaba con su pareja. Ahora comienza a hablar español y proyecta un futuro de esperanza. “Vine llorando a Cruz Roja hace un año porque no entendía ni al médico ni al cirujano que atendían a mi hijo Joseph. Firmaba documentos de consentimiento sin saber lo que firmaba”, recuerda Sara. Tras pasar por un curso de acogida para víctimas de violencia de género, “me encontré sola criando a mis hijos y sin poder relacionarme con casi nadie”. La enfermedad de su hijo pequeño, pendiente todavía de otra intervención en quirófano, le impide buscar trabajo activamente. “Acudo a clases de castellano todos los días desde hace dos meses. Aquí puedo traer a Joseph. Sólo he fallado los días que tenemos cita médica”, señala Sara. Además del aprendizaje del idioma, Cruz Roja le ayuda con trámites y documentos como el de familia numerosa, productos de higiene infantil, juguete educativo, productos para meriendas y desayuno infantiles. “Me enseñaron a dialogar con mis hijos y he estado con otras mamás en talleres de autoestima”, explica.
“Cuando aprenda mejor el idioma y mi hijo mejore, tengo previsto acudir a cursos de Empleo de Cruz Roja para poder trabajar como ayudante de cocina. Ya no tengo miedo.”, proclama Sara.
Soluciones
Erradicar estas situaciones no es fácil. Pero se pueden paliar sus demoledores efectos. Pero sobretodo exige una estrategia a largo plazo. “Si no se implementan medidas correctoras basadas en el principio de equidad y muy relacionadas con la educación estos niños y niñas nunca podrán correr la carrera de la vida en igualdad de condiciones con los demás, nunca alcanzarán el máximo de sus potencialidades y nunca verán cumplidos los derechos que les son propios.”, asegura el director de Save The Children en València.
Es clave también la formación. “Pensamos que es parte fundamental para lograr una inserción real y duradera en el tiempo. Nosotros impartimos formación enfocada a ofertas de empleo.”, explican desde la Fundación Dasyc.
En Cruz Roja también trabajan con el Plan de Emplo donde 949 personas se beneficiaron durante el año pasado. Desde el Ayuntamiento han puesto en marcha el Plan de Servicios Sociales de la ciudad de València 2019-2023 y llevan tiempo con una serie de programas. “Concesión de prestaciones económicas para situaciones de emergencia, el programa de atención a la exclusión social, los programas de acceso a la vivienda, proyectos de inserción laboral”, cuenta Consol Castillo.
Los problemas parecen tener un denominador comú, la falta de conciencia y visibilidad. “En muchas ocasiones vivimos totalmente ajenos a esta realidad y a su magnitud. En el imaginario colectivo un niño o niña en situación de pobreza es un niño que viste con harapos o que está en situación de mendicidad. Por supuesto, estos niños existen en nuestro entorno pero, afortunadamente, es muy minoritario en número de niños y niñas en esta situación concreta. La pobreza infantil, tal y como demuestran las encuestas, es un fenómeno mucho más extendido pero enormemente invisibilizado y vergonzante”, sostiene Rodrigo Hernández, director de Save the Children en la Comunitat Valenciana, que alarma de otro factor determinante que se está extendiendo , la cronificación de la pobreza. “No ser capaces como sociedad de revertir o paliar esta situación durante la infancia de un niño o niña puede en muchos casos condenar al niño a una situación de pobreza de por vida”. Niños. Sí. Niños como sus hijos, como sus sobrinos, como sus nietos.
Las diferencias se incrementan
España se recuperó económicamente. Y creció por encima de la medio en su entorno. Hay salarios medios que se acercan a los 1.600 euros al mes. Pero hay un problema. La desigualdad. Y es que la temporalidad, las escasas horas trabajadas entre los poco formados, la uberización y otros tantos factores, lastran a las rentas más bajas. España anda la cabeza de la desigualdad por renta en la UE. Y compite en esa triste clasificación con Bulgaria, Lituania y Grecia. Ni en Eurovision andamos tan mal. Bueno, sí.Y todo eso pone la puntilla a la lucha por la inclusión social. Pero aunque descienda el empleo, la desigualdad es brutal. Mientras que en la Unión Europea el 20% que más gana consigue cinco veces más que el 20% que menos, en España esa proporción está ligeramente por encima de seis veces y media.
A nivel local, el informe “Análisis y perspectivas Comunitat Valenciana 2018. Política social y exclusión severa”, plasma que las desigualdades entre los hogares valencianos están creciendo al mismo tiempo que la renta. Ese estudio que demuestra la triste consolidación de la figura del asalariado pobre, ya que los salarios por estas tierras es un 9% inferior a la media nacional.
Casi 800 personas sin techo
Un total de 797 personas que viven en la calle recibieron asistencia en el Centro Municipal de Atención a Personas Sin Techo (CAST) de València durante el año pasado y el 58% de ellas necesitaba acceder a servicios de salud física o mental.
El Ayuntamiento tiene asignados el próximo año una partida de 560.000 euros para la gestión de los nuevos centros de atención del Carmen y la Roqueta, con la intención de reducir el número de personas que duermen en la calle. El primero será una reforma de un local existente en la calle Alta, mientras que el segundo recae a la plaza del Pilar.
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