A 36 años del hallazgo del cuerpo de Francisco Valeriano Flores, recordamos el triple crimen de Macastre, un caso que dejó una huella profunda en la Comunitat Valenciana y que, con el paso del tiempo, revela inquietantes similitudes con el posterior caso de Alcàsser.
Francisco Valeriano Flores, de 14 años de edad, junto con su novia Rosario Isabel Gayete y María Pilar Ruiz Barriga, ambas de 15 años, eran tres jóvenes de Benimàmet, provenientes de familias desestructuradas. Según informaron los medios de la época, los tres adolescentes estaban presuntamente involucrados en el consumo de drogas y se reunían cada tarde en el parque Camales, en la pedanía valenciana, donde inhalaban diversas sustancias, entre ellas el benzol, conocido como ‘la droga de los pobres’.
Valeriano Flores, con antecedentes penales por robos menores, se encontraba internado en el centro de menores de Godella, desde donde podía salir de permiso algunos fines de semana.
Día de la desaparición
El 15 de enero de 1989, día de la desaparición, los tres amigos tomaron un autobús con destino a Catadau, la localidad natal del padre de María Pilar. Su intención era pasar un fin de semana acampando en las montañas cercanas, tal como lo habían hecho en otras ocasiones.
Una vez llegaron a su destino, se dirigieron al bar ‘El Parador’, donde compraron bocadillos y bebidas para disfrutar del fin de semana. Cabe destacar que, años más tarde, en noviembre de 1992, ese mismo bar sería el escenario en el que Antonio Anglés y Miguel Ricart, los responsables de los crímenes de Alcàsser, fueron vistos antes de secuestrar a Miriam, Toñi y Desireé.
Francisco Valeriano, Rosario y Pilar llevaban consigo una tienda de campaña que, curiosamente, nunca llegaron a montar; fue hallada aún dentro de su funda. Según las investigaciones, los tres amigos decidieron cambiar sus planes iniciales y refugiarse en una caseta en Macastre, donde se encontraron huellas de al menos cuatro personas. Este hallazgo constituye la primera incongruencia significativa del caso.
Las tres víctimas del caso Macastre solían frecuentar una casa abandonada en Catadau, que curiosamente coincidía con su destino aquel día. Esto sugiere que alguien tuvo que trasladar a los menores desde Catadau hasta Macastre, ya que ambas localidades están separadas por más de 30 kilómetros, y la caseta agrícola donde se halló uno de los cuerpos estaba completamente aislada en el monte.
Pillados con las manos en la masa
Tras las primeras investigaciones, se determinó que, además de los tres jóvenes asesinados, una cuarta persona estuvo involucrada en los hechos. Su identidad nunca ha sido revelada, pero se hallaron huellas suyas en la caseta agrícola de la partida de Cuerna, en el término municipal de Macastre, lo que confirma su presencia en el lugar.
Días antes de su desaparición, Francisco Valeriano Flores, Rosario Gayete y María Pilar Ruiz Barriga aseguraron haber recibido amenazas, aunque nunca revelaron detalles concretos. Un hecho que, con el tiempo, se ha convertido en una de las claves más inquietantes del caso.
El 14 de enero, un día antes de su desaparición, los tres menores se encontraban en casa de Rosario, cuando intentaron sustraer unas joyas. Sin embargo, fueron sorprendidos ‘in fraganti’ por Antonio Gayete, el padre de Rosario. Al confrontarlos, los adolescentes afirmaron que estaban siendo amenazados, aunque Antonio no creyó la versión de su hija y pensó que querían vender las joyas para conseguir dinero y comprar drogas.
El descubrimiento del primer cuerpo
El 19 de enero, cuatro días después de la desaparición de los tres jóvenes valencianos, un agricultor que se dirigía a su caseta de labranza en Macastre, localidad de la comarca de la Hoya de Buñol, encontró el cuerpo sin vida de Rosario Gayete, tendido sobre una cama.
Aterrorizado por el hallazgo, el labrador salió corriendo hasta la carretera más próxima, donde detuvo un vehículo y pidió al conductor que lo llevase urgentemente al cuartel de la Guardia Civil de Yátova. Allí, relató que había visto el cadáver de una joven, de entre 15 y 16 años, sin documentación alguna.
Tras su declaración, varios agentes lo acompañaron hasta la caseta. Una vez en el lugar, confirmaron la presencia del cuerpo y observaron, junto a este, una vela partida en dos. Rosario tenía el pantalón desabrochado, aunque no se apreciaban signos evidentes de violencia externa. Sin embargo, los forenses detectaron restos de sangre y fluidos en la zona genital.
Lamentablemente, la autopsia no logró determinar con precisión la causa de la muerte. La identificación de la víctima se retrasó varios días debido a la ausencia de documentación. Entre sus pertenencias solo se hallaron dos papeles con números de teléfono. En uno de ellos, figuraba la palabra “Vale”; en el otro, estaba escrito: “9 horas”.
Estas pistas condujeron a los investigadores hasta Vale, un joven residente en Benimàmet, y hasta Pilar Ruiz, estudiante de un módulo de peluquería. Las llamadas también permitieron relacionar a la víctima con un matrimonio del barrio de Benicalap y con una familia de Burjassot.
A raíz de estas investigaciones, se produjo un nuevo y macabro hallazgo: los cuerpos sin vida de Francisco Valeriano y Pilar, amigos de Rosario, encontrados en circunstancias extrañas.
Un pie en un contenedor
El 27 de enero, una mujer descubrió un pie mutilado en un contenedor de la calle Alcàsser, en la ciudad de Valencia. A pesar de la aparición de esta extremidad, no se pudo identificar de inmediato su procedencia. Curiosamente, ese mismo día, pero cuatro años después, fueron encontrados los cuerpos de Miriam, Toñi y Desirée, las víctimas del triple asesinato de Alcàsser.
El pie había sido mutilado con una sierra mecánica, aunque esta conclusión no se confirmó hasta cuatro meses después, cuando se halló el resto del cuerpo. Tras la autopsia, los forenses confirmaron que la extremidad pertenecía a una de las víctimas del caso Macastre.
El cadáver oculto entre la maleza
Hace 36 años, el 8 de abril de 1989, fue encontrado el cuerpo de Francisco Valeriano, la segunda víctima del caso Macastre. Un agricultor, mientras buscaba espárragos, descubrió el cadáver en avanzado estado de descomposición, a tan solo 400 metros del lugar donde apareció el cuerpo de su novia, Rosario.
El cadáver de Francisco Valeriano fue hallado entre arbustos, boca abajo, sobre un plástico y junto a una vela, una escena similar al primer hallazgo de Rosario. Aunque se barajó la posibilidad de que hubiera sido estrangulado debido a la ausencia de signos evidentes de violencia, la causa exacta de su muerte no pudo determinarse.
Pilar Ruiz: El último hallazgo
El 24 de mayo de 1989, el cuerpo de María Pilar Ruiz, la tercera víctima del crimen de Macastre, fue descubierto por cuatro niños que jugaban cerca de un canal de riego en Turís. El cadáver se encontraba en avanzado estado de descomposición.
Los restos mostraban signos de brutal mutilación: le faltaban la mano izquierda y el pie derecho, que habían sido seccionados con una motosierra. Además, el rostro de Pilar estaba completamente desfigurado. Junto al cuerpo se halló una funda de machete, un detalle inquietante que sumaba misterio al caso.
Las hipótesis de Macastre ¿Qué ocurrió realmente?
Tras el macabro hallazgo de los cuerpos sin vida de Francisco Valeriano Flores, Rosario Isabel Gayete y María Pilar Ruiz Barriga, los investigadores se vieron inmersos en un laberinto de incógnitas. La escena del crimen, marcada por la ausencia de pistas claras, los sumió en un profundo desconcierto. Tres jóvenes asesinados, y un misterio aún por resolver.
La hipótesis principal apuntaba a la posible implicación de una cuarta persona, un agresor desconocido que habría acabado con sus vidas. Sin embargo, la falta de testigos, pruebas forenses concluyentes y un móvil claro, convirtieron el caso de los jóvenes de Benimàmet en un rompecabezas con demasiadas piezas que simplemente no encajaban.
Otra teoría que se barajó fue la de un posible ajuste de cuentas, lo que habría provocado que los tres amigos se sintieran amenazados. También se especuló con la posibilidad de que hubieran muerto por haber consumido drogas.
Sin embargo, todo dio un giro cuando una fuente anónima informó a la Guardia Civil que había visto a las chicas el mismo día de su desaparición en el bar ‘El Parador’. Según el testimonio, mientras Pilar conversaba con la dueña del local, Rosario hablaba con un hombre de mediana edad que la invitó a un refresco.
Los investigadores finalmente lograron identificar al sospechoso: Miguelo, un hombre de carácter solitario. Durante el interrogatorio, Miguelo reconoció haber visto a las adolescentes, pero nego haberlas invitado a nada. Al no encontrarse pruebas concluyentes que lo vincularan con el crimen, su implicación fue descartada.
La llamada anónima y el sospechoso ‘Wichita’
Días antes del hallazgo del cuerpo de Francisco Valeriano, ocurrió un hecho relevante: el teléfono de la Droga recibió una llamada anónima que alertaba sobre el cuerpo de Pilar Ruiz Barriga, localizado en una acequia en la carretera entre Godelleta y Turís. Además, la llamada mencionaba a un traficante conocido como ‘Wichita’.
Este nuevo nombre llevó a los investigadores a interrogar a Wichita, quien se convirtió en el segundo sospechoso del caso. No obstante, tras el interrogatorio, también se descartó su implicación en los asesinatos. Se consideró que el autor o los autores del crimen de María Pilar Ruiz intentaron incriminar a un conocido de las autoridades, desviando así la atención sobre sí mismos.
Tras descartar la implicación de ‘Wichita’ en la muerte de los jóvenes, el caso fue archivado y prácticamente cayó en el olvido. Apenas recibió atención mediática, a diferencia de lo que sucedió tres años después con el impactante triple asesinato de Alcàsser, que acaparó los titulares y desató una intensa cobertura mediática.
El caso Macastre: ¿un ensayo del horror de Alcàsser?
A lo largo de estos 36 años, se ha especulado que la muerte de Francisco, Rosario y Pilar pudo haber sido un ensayo para el caso Alcàsser. De hecho, se llegó a interrogar a Miguel Ricart, pero éste negó cualquier vinculación con los hechos, y nunca se pudo demostrar su implicación.
La aparición del pie mutilado de Pilar Ruiz Barriga, encontrado en la calle Alcàsser de Valencia el 27 de enero de 1989, coincidió de manera inquietante con la fecha en que, cuatro años después, fueron descubiertos los cuerpos de las niñas de Alcàsser.
Las similitudes entre ambos casos no terminan ahí, ya que en ambos, los asesinos mutilaron a sus víctimas. La adolescente hallada en la acequia de Turís presentaba amputaciones perimortem, lo que indica que estaba viva cuando le seccionaron un pie y una mano.
En el caso Alcàsser, las tres niñas también fueron mutiladas, con partes de sus cuerpos seccionadas. En ambos casos, faltan tres manos que, a día de hoy, nunca han sido encontradas. ¿Es esto una casualidad, o una mera coincidencia? ¿Algún día se conocerá la verdad detrás de los hechos ocurridos en Macastre?