Hace escasas semanas en este Periódico dábamos cuenta de la despedida de Salvador Pons, cuyo obitus ocurrió el día 9 de agosto del corriente.
La muerte que nunca avisa y siempre nos sorprende, nos dejó un mal sabor de boca y una tristeza mental que afectó al normal desarrollo de las fiestas patronales. En estos momentos de luto, hay que ser extremadamente respetuosos con la familia y guardar los tiempos que marca el fúnebre protocolo.
El tiempo es ese aliado que junto a la vida y a la muerte va serenando las pasiones y acariciando el futuro.
Fruto de ese tiempo y ese discernimiento cada persona tiene una reacción diferente, aunque la pregunta sin respuesta es ¿por qué?
Josep P. Vidal, amigo, compañero músico desde la infancia de Salvador, no quedó indiferente ante el hecho ocurrido y su reacción natural, fue entender aquello que había ocurrido y su pensamiento fue, que el nombre de una persona y un músico como había sido Salvador, merecía perdurar para siempre.
Ese sería el sentimiento de un músico hacia otro músico y para inmortalizarlo escribe estas gloriosas partituras que hacen honor al autor Josep Pasqual Vidal y al protagonista de esta historia.
Musicalmente, un pasodoble tiene una estructura en compás binario (2/4), un ritmo marcado y alegre y una forma musical que a menudo incluye una introducción, un tema principal, basado en el tono principal de la obra y una parte llamada "trío”, una sección contrastante que ofrece un cambio melódico o de tonalidad.
Todo este argumentario plasmado en una partitura es la noble creación de un compositor como es Josep P. Vidal que a lo largo de su vida ha demostrado su capacidad y talento musical dejando escritas importantes obras musicales ya son interpretadas por la Banda Sinfónica de la UMC.
Mis últimos pensamientos no son para alabanzas merecidas, no. Este pensamiento quiere narrar el valor de una amistad, el poder saber regalar una obra de música que perdurará a través de la historia; la grandeza de llenar con la energía de esta partitura, una mañana de fiesta, una tarde de pasacalle o una primera obra de un concierto.
Solo los genios (perdóname Josep P.) saben hacer esas cosas en los momentos determinados y debo confesar que cuando oí el PASODOBLE (en mayúsculas) las lágrimas surcaron mi mejilla, porque no estamos hablando de una composición sin más, estoy escribiendo de una amistad sellada con el tiempo y la historia que da vida a un buen amigo y una buena persona que su nombre gracias a la música de Josep P. Vidal, será imposible olvidar, porque Salvador, Salva Pons, sonará con mucha fuerza y brillantez en todas aquellas bandas de música que lo recuerden al interpretar su pasodoble. Porque todos los músicos fueron sus amigos.
José P. Vidal, siempre te he considerado un gran músico, hoy has demostrado ser un amigo generoso y con la velocidad que has compuesto y estructurado las partituras ¡ser un genio! Gracias en nombre de todos y muchos años que puedas hacer buena música.
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