Los bailarines escenifican una figura. EPDA
Los porrots durante el baile. EPDA
Una de las figuras de la danza. EPDALa Dansa dels Porrots de Silla es una seña de identidad de este municipio de l’Horta Sud que ha conservado y mantenido a lo largo de su historia. Ahora, una serie de nueve esculturas se instalarán en diversos puntos de la localidad para rendir tributo y poner en valor esta danza guerrera milenaria de origen grecorromano que se representa cada 6 de agosto con motivo de la festividad del Cristo, y en algunos otros acontecimientos importantes a lo largo del año.
El alcalde, Vicente Zaragozá, visitó recientemente el taller donde se están elaborando estas esculturas de hierro con relieve y calado, diseñadas por el artista Carles González para poder conocer de primera mano todo el proceso de creación y su futura instalación. La primera de ellas se ubicará a la entrada de la plaza de la Torre.
La serie recoge cada una las figuras que se representan los bailarines durante la Dansa del Porrots. Entre ellas, la conocida como de 'costat i costat', el 'pas de genoll', el 'bot a la cintura' o el 'empomar' , donde la maña prima sobre la fuerza, tanto por parte del 'botador' (el que salta) como del 'empomador' (el que aguanta).
Y es que el baile se interpreta por parejas para reproducir la lucha entre ejércitos. Llevan un traje recuperado de la época romana, aunque la corona representa la cultura griega que también tuvo su influencia en la zona mediterránea, y un bastón (porrot) que simboliza el arma que llevaban los guerreros, aunque en realidad su origen es íbero.
Tradición
La localidad cuenta con una escuela de Porrots que dirige Abelard Hernández, dada la gran tradición que existe y que suele pasar de padres a hijos. También es una forma de conservar su propio léxico, con las denominaciones de las figuras y participantes, la indumentaria, y los ‘porrots’, los bastones que se fabrican expresamente siguiendo el patrón de antaño.
Además, se está trabajando en su declaración como Bien de Interés Cultural. En el expediente abierto y la investigación histórica se recoge una vasija de hace 2.000 años decorada con una de sus figuras de lucha, además de una fotografía de 1853 del tatarabuelo de Abelard Hernández con la indumentaria típica, como muestra de la larga tradición que existe.
Esta danza comenzó a bailarse en la festividad del Santísimo Cristo durante todo el día, hasta caer el sol, por las calles del municipio para recordar cómo los guerreros de hace 2.000 años desfilaban hacia la batalla. El Ayuntamiento pagaba a los participantes dos jornales y medio y les daba de comer. Hoy en día, continúa la tradición y varias collas salen de diversos puntos de la localidad acompañados por el ritmo de tabal i dolçaina hasta llegar a la plaza, donde se juntan y bailan al unísono frente a la iglesia.
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