Ermita de la Santa Creu del Garbí | EPDALa emblemática ermita del Garbí, uno de los enclaves más reconocibles del Camp de Morvedre, vuelve a estar en el centro del debate. Su propietario, el empresario José Ramón Mateu, ha dado un paso más en su proyecto de recuperación del histórico espacio con la incorporación de un ermitaño residente, que ejercerá funciones de custodia y acompañamiento espiritual.
Según ha publicado Levante-EMV, el nuevo ermitaño es Daniel Ponce, un religioso laico con vida espiritual de inspiración benedictina. Aunque no pertenece formalmente a ninguna orden, asegura que su labor será la propia de la tradición eremítica: oración, intercesión y cuidado del lugar. “Mi función será el cuidado y la atención del espacio, y si todo continúa según lo previsto, también acompañar el proyecto de hospedería que se plantea”, ha señalado.
Mateu, de 86 años, adquirió hace años los terrenos en los que se asienta la ermita con el objetivo, según ha defendido públicamente, de recuperar el paraje tal como fue en el pasado. Su plan incluye la rehabilitación de la antigua fonda Garbí Mare Nostrum Casa Nostra, la construcción de una pequeña hospedería y la instalación de una cruz de 40 metros de altura que, en sus palabras, “se podrá ver desde todo el Mediterráneo”.
Como ya informó El Periódico de Aquí, esta iniciativa ha generado un intenso debate en la localidad. Mientras el empresario argumenta que su propuesta aportará riqueza, empleo y accesibilidad a un paraje muy visitado por ciclistas y senderistas, el Ayuntamiento de Estivella insiste en la protección del entorno natural y en la necesidad de contar con todas las autorizaciones urbanísticas y ambientales pertinentes antes de acometer cualquier obra.
La tensión se ha manifestado en detalles cotidianos: candados cambiados en los accesos, discrepancias sobre el tránsito de vehículos y pintadas críticas en el camino de subida. Pese a ello, Mateu asegura que su intención es mantener el proyecto y que no contempla vender los terrenos ni cederlos al consistorio.
Con la llegada de Daniel Ponce, la ermita recupera una figura que remite a su historia original. Las ermitas, recuerda el religioso, han sido tradicionalmente lugares de retiro, peregrinación y contemplación. La suya será una presencia discreta, centrada en la oración y en la custodia del espacio hasta que se definan los siguientes pasos del proyecto.
El futuro del Garbí, mientras tanto, sigue ligado a los informes técnicos, licencias y posibles proyectos urbanísticos que deberán resolver el pulso entre la iniciativa privada de Mateu y la postura vigilante del consistorio. Por ahora, la montaña combina la tranquilidad del paisaje con el eco de una controversia que, tras décadas de historia, continúa sumando capítulos.
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