"Cuesta
creerlo, pero, hay acosadores de 13 o 15 años, adolescentes que cometen
delitos con otros menores. Nos son cincuentones feos y solitarios. Al
contrario, la mayoría son veinteañeros, incluso bien parecidos, que acosan
simultáneamente a 15 o 20 menores marcándoles durísimas pautas de control y
dominación", ha explicado el subinspector Eduardo Casas, del Grupo de
Protección a Menores de la Unidad Central de Ciberdelincuencia (Policía
Nacional), en la I Jornada StopOnSexgroom, organizada por la Universitat
Politècnica de València.
Y es que
abundan los mitos y los prejuicios en la recreación que la sociedad hace de
delitos como el ciberacoso sexual a menores y de los perfiles de los
criminales. Esta es, sin duda, una de las principales conclusiones a la que
han llegado los expertos en la UPV. Lingüistas, psicólogos, docentes,
criminólogos, policías, abogados y juristas han coincidido en que el
ciberacoso sexual a menores, también llamado OG por sus siglas en inglés
(Online Grooming) es un fenómeno complejo y multicausal, en el que hace falta
todavía mucha investigación, sobre todo, científica.
No solo las
chicas son víctimas del ciberacoso sexual
Por
ejemplo, sobre las víctimas, las estadísticas indican que la mayoría son
chicas ("pensemos en esa alumna que antes sacaba dieces y ahora saca cuatros,
que es huidiza y llora sin motivos", ha apuntado el subinspector). Pero se
dan también muchos casos de chicos. Se ha detectado que ellos mandan fotos
desnudos con más facilidad que ellas, quizás porque la sociedad no ha sido
tan insistente a la hora de prevenirlos contra eso.
"A ello,
se suma que, por definición, un adolescente cree que lo sabe todo. Y que
puede con todo. Piensa que tiene el control y, cuando se da cuenta de que no,
llega la culpa y no se atreve a contarlo. Se han visto casos más rápidos y
más graves cuando la víctima es un niño", ha manifestado Eduardo Casas.
El acosador
despliega un sofisticado arsenal táctico
Nuria Lorenzo-Dus, lingüista de la Universidad de Swansea (Gales,
Reino Unido), es experta en comunicación digital en contextos de
criminalidad. Lleva años analizando el acoso como un proceso de engaño y de
manipulación comunicativa. "Hemos examinado miles de conversaciones y hemos
comprobado que el
ciberacosador sexual despliega un sofisticado arsenal de tácticas de
embaucamiento. Es un proceso dividido en fases no secuenciales, donde todo se
solapa y puede resultar muy cambiante, lo que hace que su estudio sea aún más
difícil".
"Los
ciberacosadores sexuales", ha continuado Lorenzo-Dus, "se hacen pasar por
menores (aunque no siempre) y se ganan la confianza de su victima,
interesándose por sus aficiones y adulándola por cualquier motivo. Más tarde,
tratan de aislarla, criticando a su entorno (familia y amistades) y
convenciéndola de que la relación que mantienen es única y mejor que cualquier
otra. Entonces llegan las exigencias, a veces en un estilo educado e indirecto
–siempre sin perder el control porque, al fin y al cabo, ciberacosador se debe
a su motivo delictivo– y otras, de forma mucho más explícita y con amenazas."
Los expertos
destacan que hay mucho trabajo por delante. "Las familias, por ejemplo, son muy
descuidadas. Deben concienciarse de que el teléfono móvil no es un juguete. Es
un instrumento de apertura al mundo.
Menores de 10
años que todavía no van solos al Mercadona ya tienen un móvil, que es mucho más
peligroso", ha recordado José A. Martínez Ferrando, profesor del IES Clara
Campoamor de Alaquàs.
"Las familias
deben tener no una, sino muchas conversaciones incómodas. Hay que mantener un
diálogo constante. Los menores que tienen confianza con su familia están más
protegidos", ha señalado José Luís Castán, doctor en Pedagogía e inspector jefe
de Educación de Teruel. "Por su parte, los docentes deben asumir ya que el
ciberacoso sexual entra en sus competencias. De hecho, el bajo rendimiento
escolar es uno de los primeros indicios: recordemos que la mayoría de los
contactos se producen entre las 12 y las 6 h de la mañana y que, cuando un
adolescente se queda despierto toda la noche, pasa factura".
Como si se
tratara de la serie Mindhunter, donde
dos agentes del FBI de los años 70 desarrollan perfiles psicológicos de
criminales, los expertos abogan por la investigación. "Ciencia, ciencia y
ciencia. Los criminales siempre van por delante de nosotros. Por eso,
necesitamos la colaboración de las universidades: para que analicen las
conversaciones, ayuden a crear perfiles, mejoren los protocolos y produzcan
herramientas capaces de identificar, en tiempo real, cómo de malos son los
malos", ha concluido José Luis González, jefe del Área de Estudios y Formación
de la Dirección General de Coordinación y Estudios (Ministerio del Interior).
La
I Jornada StopOnSexgroom forma parte del proyecto AICO/2020/166, financiado por
la Generalitat Valenciana, en el que participan la Universitat Politècnica de
València, la Universidad de Swansea y la Universitat de València, y cuya
investigadora principal es Carmen Pérez Sabater, profesora del Departamento de
Lingüística Aplicada (UPV).