Catalá salva su primer año en la alcaldía con los grandes deberes aún por hacer

María José Catalá ya se ha consolidado como la alcaldesa de Valencia tras cerrar su primer año ostentando la vara de mando. Desde el equipo de Catalá sacan músculo de gestión y aseguran que en estos primeros 365 días en el cargo “se han puesto en marcha o cumplido el 55% de los compromisos de su programa electoral”. Una verdad a medias. Y es que, si bien PP-Vox han activado algunas medidas, son varios los grandes problemas que siguen encallados.

Era su medida estrella y se aprobó en tiempo récord. La primera edil ha ejecutado una “revolución fiscal” en sus primeras cuentas municipales  que ha permitido ahorrar 70 millones de euros a los contribuyentes. La rebaja del IBI, el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica, la tasa de alcantarillado y la bonificación de la plusvalía, son algunos de ellos. 

Valencia ha activado su plan de choque en limpieza, con la firma del contrato para los próximos años. El sistema ha incrementado en un 7,7% la dotación de personal en algunas zonas de la ciudad y también la flota de vehículos, en un 40% . En total, un incremento de 140.000 euros al mes que permitirá aumentar el baldeo y las actuaciones en jardines. 

Los cambios en la EMT han sido una de las intervenciones más sonadas. La recuperación de las siete líneas al centro histórico, se ha ido renovando la gratuidad para jóvenes y la bonificación de las tarifas, se ha lanzado una tarjeta virtual que reduce el coste de los viajes, se ha incrementado en 93 el número de conductores. No obstante, queda en el horizonte las nuevas cocheras anunciadas en Safranar, así como los 215 autobuses eléctricos. 

El emblema principal ha sido la reapertura del Palau de la Música, seguido de un plan para solucionar problemas pendientes de erradicar en el espacio. De manera paralela se ha ejecutado el refuerzo de la banda municipal, la apertura de nuevos centros culturales o hechos simbólicos de interés para el electorado (la Senyera en el Te Deum, el Cadafal de la Virgen  o el belén y la Cruz de Mayo). 

Las medidas de seguridad preventiva en las pedanías y en barrios conflictivos como Orriols, La Punta y Benimàmet con la instalación de cámaras de regulación de la circulación y vigilancia han sido la piedra angular en esta área. Se ha creado la Unidad de Seguridad, Apoyo y Prevención (USAP) dentro de la Policía Local. Quedan pendiente las contrataciones de 207 nuevos agentes.

El precio de la vivienda sigue completamente disparado en la ciudad. La capital se encuentra entre las ciudades de España con mayor demanda para comprar y el precio medio del alquiler se ha catapultado hasta los 1.500 euros de media. La alcaldesa se ha visto forzada a anunciar una moratoria anual de licencias a los apartamentos turísticos y ha prometido 954 viviendas de protección pública para los próximos años, muchas de ellas ya previstas por el anterior ejecutivo. 

Si bien se han llevado a cabo intervenciones menores, como la apertura provisional de Colón o las modificaciones en la ORA, la alcaldesa tiene todavía mucho por hacer. El incremento de plazas de aparcamiento, la revisión de los carriles bici, las líneas de metro prometidas en campaña o las mejoras para reducir el colapso generalizado. Ahora se suman más problemas, como la posible multa por los cambios en la Petxina. 

Catalá se toma su tiempo para marcar su impronta en la ciudad. Mantendrá el túnel de Pérez Galdós, se sigue sin noticias para la Plaza del Ayuntamiento y el PAI del Grao vuelve a la casilla de salida de la era Barberá. Sin avances, o incluso retrocesos por lo que se refiere al Nou Mestalla, con Meriton Holdings, máximo accionista del Valencia CF, sin dejar claro qué va a hacer. Y la situación de la Marina avanza lentamente.

El turismo se desborda en la ciudad, sin una sostenibilidad en el horizonte. Al parche en la viviendas turísticas, se suma el veto temporal a los macrocruceros. Se busca incrementar el control sobre apartamentos ilegales, pero en los barrios más saturados los vecinos se toman ya la justicia por su mano. 

La ciudad se enfrenta a la Capitalidad Verde Europea con fuertes críticas, ante la paralización de muchos proyectos sostenibles. Por su parte, la situación de l’Albufera y las playas del sur sigue siendo complicada.