Farola arrancada, aportada en la denuncia. / EPDA
La gerencia del complejo Masía de Lacy, ubicado en Museros, ha denunciado ante la Guardia Civil de Massamagrell los destrozos ocasionados durante la cena a la que acudieron 1.100 personas el pasado 11 de febrero, organizada por la Junta Fallera de Sagunt y comarca. Desde la dirección de dicho local se acudió a la comandancia el día 14 para denunciar numerosos destrozos, presuntamente ocasionados por algunos de los asistentes a dicha cena, adjuntando numerosas imágenes. Los daños, a falta de que los peritos de su seguro realicen las valoraciones oportunas, los han cuantificado ‘‘aproximadamente entre 20.000 y 25.000 euros en desperfectos en el complejo’’. Además, en la denuncia hacen hincapié en el impacto negativo que están causando a través de comentarios que están realizando a través de las redes sociales, ‘‘causando un daño aún mayor, al bajar la valoración de nuestras instalaciones, por las numerosas mentiras que están vertiendo’’, han señalado a El Periódico de Aquí. Desde el colectivo fallero, eso sí, niegan todo esto y critican un mal servicio por parte del local.
La dirección ha aportado a este rotativo tanto la denuncia, como algunas imágenes, y han relatado el grave perjuicio que, a su juicio, algunos de los asistentes ocasionaron: ‘‘dicho evento congregó a unas 1.100 personas aproximadamente. La cena comenzó a las 22.20 horas por la demora de la federación -estaba previsto el inicio a las 21 horas- y se cerró sobre las 5 horas del día 12. Entre los desperfectos, se incluyen baldosas arrancadas, protectores de los árboles rotos, farolas arrancadas de su lugar, adoquines de las escaleras rotos, mesas de cristal rotas, maceteros destrozados, portarollos de papel higiénico dañados, ventanas y mobiliario de jardín dañados, puertas y paredes pintadas, adornos de flores y marcos de puertas arrancados e inodoros fracturados’’.
‘‘Ocuparon 4 de 8 salones. Llegaron tarde, pero además la Fallera Mayor tenía que ir por cada salón a dar el comienzo a la cena. Ya venían muchos muy subidos. En una hora se habían comido 3.800 panes. Hubo descontrol haciendo algunos botellón en los parkings y en los jardines. La nocha fue terrible, tuvimos que estar animando al equipo y reunirnos con ellos porque no habíamos visto nada igual. El martes fuimos a denunciarlo a la Guardia Civil y tuvimos una reunión con representantes de la Junta Fallera. Se fueron pidiendo disculpas, por un vandalismo del 1-2%, pero el daño ya estaba hecho, tanto en los destrozos, como la mala imagen que han dado en las redes sociales, con sus valoraciones muy negativas en Google’’. En total, unas 40 reseñas negativas. ‘‘Admitimos que pudimos cometer algún error, como es lógico, pero esa noche hubo sólo una hoja de reclamaciones, con tonterías. En este local recibimos a 91.000 personas en 2022, 9.000 en las paellas universitarias, y este año hay previstas 162.000. No es de recibo el daño enorme que realizan, máxime en un mes en el que se contratan bodas y genera un impacto muy importante sobre nuestra empresa, que ha acreditado su profesionalidad siempre’’.
Versión de la Junta
El Periódico de Aquí ha hablado con el presidente de la Junta Fallera, Ramón Jarque, quien ha dado una versión muy diferente. ‘‘Empezamos a mover la cena de gala en septiembre. Englobaba a 1.200 personas y sabíamos que llevaba una organización grande. Nos enseñan las instalaciones, todo correcto. Vamos a estar en 5 salones, vamos a cenar todos a la vez, que es lo único que pedimos. Menús especiales entregados por correo electrónico. Todos los menús de carne y pescado, entregados. Hay pruebas. Todos los comensales por mesas, entregados. Hay pruebas. Aun así, la semana de la cena de gala nos presentamos allí a confirmar que todo está correcto y a ultimar los detalles. Ese mismo día 14 personas se van antes de la cena para comprobar también que todo está bien. Comienza la cena y de todo lo que te voy a contar tengo 1.200 personas de testigos, incluidos los alcaldes de Sagunt, Gilet y Faura, además de bastantes concejales (casi toda la corporación municipal). Empezamos a cenar a las 22:05 de la noche, la hora programada. A esa hora se empieza a servir en mi salón. Yo, 45 minutos después, me entero de que a uno de los salones no lo han empezado a servir. Tardamos cuatro horas en cenar. Terminamos a las 2:15 de la mañana y con un servicio pésimo: camareros que no se sabían las mesas y dejaban los platos donde no tocaba; el maitre tenía la lista con los menús especiales pero no tenía menús especiales para sacar; el menú de una persona intolerante al queso le sacaron un menú que sólo consistía en platos de jamón; una persona alérgica a un fruto seco en específico le dijeron que le apartaban la salsa que lo contenía y que le sacaban un trozo de carne que tenían en la nevera. Luego, del menú infantil, ningún niño de los más de 100 que había se comió la hamburguesa; las cocinaron por la mañana, las congelaron y no les dio tiempo a descongelarlas, estaban congeladas, tanto el pan como la carne’’. Unos hechos que desde la gerencia desmienten.
‘‘El remate de todo esto fue el pan: solo tuvimos para repetir pan en el salón principal. En los otros 4 salones, no había pan. Lo que ocurrió lo sé: el proveedor de pan que tenían era de una falla de Sagunt. Les sirvió 1.500 panes, no 3.000 como dijo la propietaria’’, señala, una versión que tampoco coincide con la dirección.
‘‘Empieza la discomóvil y la música se paró 7 veces en 3 horas. Decía que tirábamos cubatas al DJ. Mentira. Yo, personalmente, fui a hablar con el DJ y me dijo que había una manguera que estaba al lado de una nevera y saltaban los plomos. En conclusión, hubo 1.200 falleros. Obviamente, se provocaron desperfectos. Todo el mundo sabe cómo queda una discoteca cuando acaba la fiesta. Ahora bien, eso es una cosa. Otra es que las baldosas del suelo, a medida que bailabas, saltaban del peso.
‘‘A las 4 de la mañana se me cruzaron los cables porque estaba cabreado. La gente me atosigaba. Me fui a la responsable comercial y solicité hablar con dirección. Las facturas están íntegras ingresadas y quiero hablar con un director. Delante de mí hizo el paripé de hablar con alguien y no me contestaron. A los dos días, martes, nos personamos allí. Nos recibieron la directora y el marido. Le dije que yo no quiero la compensación de un solo euro. No quiero devolución del dinero, sino una explicación para trasladarlo a los presidentes y que se piensen si volver en una futura cena de gala. En la reunión, ella lo desmentía todo. Decía que no era verdad. Desmentía que faltaba pan, que las hamburguesas estaban congeladas… Está enfadada porque gente que asistió les ha dejado reseñas negativas. Yo no puedo hacer nada. No son en nombre de la FJFS, sino de falleros como individuos. Eso sí, los presidentes de las comisiones quieren poner reclamaciones en la Oficina del Consumidor’’.
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