El 27 de junio los vecinos del municipio de Bétera empezaron el verano de una forma muy distinta a lo que esperaban. Lejos de la alegría y descanso que representa esta época, los beterenses recibieron el período estival con una noticia desafortunada: la interrupción del servicio de metro entre la parada de Bétera y Masies, provocada por las obras del by-pass que ejecuta el Ministerio de Transportes desde hace tres años. A pesar de que, para garantizar la conexión entre las poblaciones, se ha habilitado un servicio de autobús, los pasajeros alertan de los fallos y transmiten su preocupación, puesto que la duración estimada del corte es del 27 de junio hasta el 31 de agosto.
Aunque se avisó de la instauración de un servicio alternativo el 18 de junio, a través de la web de Metrovalencia, la experiencia ha resultado ser muy distinta a la información oficial. La incertidumbre ha acompañado en todo momento a los vecinos, que han tenido que enfrentarse a horarios inciertos diariamente desde el inicio de las obras. “La gente de Bétera está muy enfadada porque nunca sabe a qué hora va a salir el autobús”, afirma Elena San Juan, presidenta de la Asociación Vecinal Alameda y Adyacentes (AVAA), en representación de los vecinos afectados.
“Cuando se puso en marcha el servicio estaba completamente descontrolado porque cada uno tenía un horario diferente. Los conductores tenían una hora de llegada, los coordinadores de funcionamiento teníamos otra y los usuarios accedían a unos horarios en la web que no tenían nada que ver con los nuestros” cuenta una de las coordinadoras de funcionamiento del servicio. No obstante, el viernes cuatro de julio la situación ha cambiado por completo, gracias a la ampliación de la frecuencia de buses y la instauración de un mismo horario para los trabajadores y usuarios.
Con la implementación del servicio provisional la duración de la ruta entre Masies y Bétera es más larga de lo habitual, pero “es una cosa inevitable porque cuando vas en autobús los trayectos son más largos por el tráfico, los semáforos y una serie de variables que no se dan en la circulación del metro” explica uno de los conductores de autobús del servicio supletorio. Con la intención de coordinar correctamente el enlace, los autobuses esperan a que llegue el metro a Masies para trasladar a los pasajeros hasta Bétera, y desde la población efectuar la ruta a la inversa, con una parada en mitad del camino en Horta Vella.
Sin embargo, antes de que se produjera la coordinación de horarios y la ampliación de autobuses, muchos usuarios vivieron situaciones complejas y angustiantes que les impedían llegar al trabajo o a compromisos importantes. Gracias a la transmisión de quejas y la implicación de los trabajadores se ha ampliado la frecuencia de buses, pasando de tener dos y uno de refuerzo, a tres que funcionan de manera continua para garantizar la frecuencia y la llegada puntual al metro que sale desde Masies hacia Valencia.
Por otra parte, la Asociación de Comerciantes de Bétera (ACB) señala que muchos de los trabajadores del comercio beterense no son de allí, por lo tanto, deben utilizar el transporte público para acudir a su puesto de trabajo. Más concretamente, una de las integrantes de la asociación explica que desde el comienzo del servicio provisional de autobuses “llegan muy tarde, incluso saliendo de casa con mucha antelación”. De hecho, asegura que en ese sentido hay bastante descontento en el gremio, aunque esperan que se pueda solucionar pronto.
Condiciones de espera
Más allá de la modificación y adaptación de horarios, muchos usuarios indignados se quejan de las condiciones en las que tienen que esperar al autobús. Concha Romanos, una usuaria afectada, comenta que uno de los primeros días que se estableció el servicio de bus tuvo que esperar una hora y media en la estación de Masies con altas temperaturas y buscando hueco entre las pocas sombras que había. De hecho, cuenta que “había padres con niños en carritos, y les iban mojando todo el rato para que no les diera una insolación”.
En el caso de la parada de Horta Vella, la situación de espera es todavía más crítica, pues ni siquiera existe la opción de resguardarse en una caseta, explica Estela Valero, otra usuaria frecuente de esta línea de transporte. Además, alerta de que no hay señalización y muchas personas, en lugar de esperar al autobús donde recoge a todos los pasajeros, se colocan en la parada de metro habitual, cuyo servicio está completamente paralizado.
En Bétera la situación es distinta y pese a que las altas temperaturas alargan la espera, los usuarios pueden quedarse bajo dos marquesinas situadas justo enfrente de la estación de autobuses. Además, gracias a la ampliación del número de autobuses los pasajeros pueden esperar en su interior en unas condiciones mejores. De hecho, uno de los conductores de autobús aclara que “a partir de ahora si el bus está esperando a su hora de salida, los pasajeros podrán esperar en el interior con el aire acondicionado”.

Pasajeros esperan al autobús bajo las marquesinas de la parada de Bétera / Foto: Gloria Rincón
Duración de las obras
Pese a las molestias ocasionadas, para la fortuna de Bétera y alrededores, no se prevé que las obras excedan la duración estimada. De hecho, Juan Carlos Murillo, Jefe de Comunicación FGV, asegura que según les ha informado el Ministerio, no son obras muy extensas y no deberían alargarse más allá de la fecha estipulada. Además, espera que Bétera pueda volver a su servicio habitual a partir de septiembre.

Cartel situado en la parada del autobús de Bétera que avisa de la duración de las obras / Foto: Gloria Rincón
Mientras tanto, a Bétera no le queda más remedio que adaptarse. Tras semanas de quejas, incertidumbre y esperas interminables bajo un sol abrasador, los vecinos confían en que el refuerzo del servicio de autobuses y la coordinación de horarios sean algo más que un simple parche estival. La experiencia ha demostrado que cualquier obra pública, por necesaria que sea, tiene un coste que no siempre se mide en dinero: padres refrescando a sus hijos con botellas de agua para evitar un golpe de calor, trabajadores obligados a salir con mucha antelación para no llegar tarde, y usuarios que cada día dudan si el autobús pasará realmente a la hora prevista.
Ahora solo queda esperar que el calendario oficial no falle y que, llegado septiembre, el metro vuelva a circular con normalidad entre Bétera y Masies. Para muchos, ese trayecto significa algo más que un simple desplazamiento: es llegar a tiempo al trabajo, a una consulta médica o, sencillamente, mantener su rutina sin más sobresaltos que los que trae el propio verano. Cuando el servicio se recupere, Bétera podrá al fin dejar atrás un episodio que quedará grabado en la memoria colectiva por algo tan sencillo —y a la vez tan esencial— como la larga espera.